Son tiempos extraños para la cultura patria. Por un lado, la falta de financiación en proyectos originales y el escaso apoyo político (recordemos las críticas de-los-de-siempre a un anuncio de ofrecer bonos para consumir productos culturales como libros, videojuegos o teatro que fue visto como un gasto inútil). Por otro, la incansable lucha de quienes sacan adelante sus obras y quienes trabajan, estudian y comparten para hacer de la cultura lo que es, un bien común. Y si hablamos de comunidad nadie puede quedar fuera, por eso es imprescindible destacar eventos como el que se está celebrando estos días 1 y 2 de diciembre en Murcia, el seminario de mediación cultural MUMECU. Organizado por Acceso 44 y con diferentes colectivos colaboradores, su objetivo es poner en valor la mediación cultural, abrir un espacio de debate e información, así como potenciar la activación de profesionales, agentes, escenarios y prácticas futuras.
Su programa de participantes es reflejo de la Murcia de la que nos sentimos más orgullosas: Pupaclown, Aye Cultura Social, Cepaim, Assido… o Latrium, el proyecto cuya creadora entrevistamos hoy felices y fascinadas. Ella es Marina Ramos, doctora en Traducción en la Universidad de Murcia, que ha conseguido con el Laboratorio de Traducción Inclusiva hacer accesible el teatro a personas con discapacidad visual y auditiva con mucho curro propio, trabajo en equipo y la convicción de que el conocimiento y las artes deben estar al servicio de absolutamente todas las personas. De sus proyectos laborales, la conexión entre la traducción y las emociones, y hasta de su experiencia con la maternidad hablamos hoy con otra one of us, Marina Ramos.
Formas parte del colectivo “EMOTRA”. ¿Qué tiene de particular o diferente este proyecto dentro del ámbito de la traducción? ¿Cómo se puede definir la “traducción con emoción”?
EMOTRA es el grupo de investigación de la Universidad de Murcia en el que trabajo, que estudia el papel de las emociones en la traducción. Dentro de EMOTRA hay varios subproyectos que analizan esta relación en diferentes aspectos de la traducción, como, por ejemplo, cómo influyen las emociones en la traducción de textos con una carga ideológica, cómo afecta a los traductores e intérpretes trabajar en condiciones estresantes o qué pasa cuando los intérpretes se enfrentan a situaciones de gran carga emocional.
En concreto, yo lidero un subproyecto que nació con mi tesis doctoral y que se centra en la recepción emocional de la audiodescripción, un tipo de traducción muy especial, porque lo que hace es “traducir” de las imágenes a las palabras para hacer accesibles los textos audiovisuales a personas con discapacidad visual. Ahora mismo estamos centradas en el estudio de la recepción emocional de la audiodescripción de escenas de contenido sexual. Lo que nos preguntamos es: ¿qué siente una persona ciega al escuchar la audiodescripción de una escena sexual? ¿pueden las palabras provocar una reacción emocional similar a la que provocan las imágenes?
¿Cómo surge la creación de LATRIUM, este “Laboratorio de Traducción Inclusiva” y en qué consiste? ¿Cómo han sido las primeras experiencias?
A veces, quienes trabajamos en el mundo académico podemos tener la sensación de que vivimos en una jaula de cristal, al margen del mundo real, y llegó un momento en que sentí la necesidad de aplicar el trabajo que llevaba realizando durante más de una década y crear un proyecto que tuviera un fruto tangible, a corto plazo, y con un efecto claro en la sociedad y que, a la vez, funcionara como un espacio de pruebas para que mis alumnos pudieran aprender las técnicas de traducción audiovisual accesible (subtitulado para sordos y audiodescripción para ciegos) con las manos en la masa, en un proyecto con un claro fin social. El Laboratorio de Traducción Inclusiva de la Universidad de Murcia, Latrium, surgió de esta necesidad.
Nuestra finalidad es fomentar la cultura accesible en Murcia, en todos sus ámbitos, pero de momento estamos centradas en las artes escénicas. Aunque tardó varios años en materializarse, fue en 2018 cuando el proyecto tuvo su arranque real gracias a un premio de emprendimiento social de la Oficina de Emprendimiento de la Universidad de Murcia. Ese fue nuestro pistoletazo de salida. Desde entonces hemos colaborado con 4 compañías murcianas y hemos conseguido llevar a escena dos estrenos accesibles para personas con discapacidad visual y auditiva, uno en el Teatro Circo en 2021 (Cuecas em 8, de Ana Mula) y otro en el Romea en 2020 (La Perspectiva del Suricato, de la CíaDeconné).
¿Cómo se encuentra Murcia a nivel de accesibilidad de sus productos culturales? ¿De qué aspectos podemos estar orgullosxs y cuáles deben mejorarse?
Aunque la accesibilidad cultural en Murcia va bastante rezagada con respecto a otras ciudades como Madrid, Barcelona o Granada, lo cierto es que nos encontramos en un momento efervescente en este ámbito. Esto se debe, sobre todo, al impulso que algunos colectivos y entidades le han dado a la accesibilidad en los últimos años, especialmente en las artes escénicas. Fruto de este impulso es la asociación Acceso 44, a la que me he incorporado recientemente. Acceso 44 es una plataforma centrada en el fomento de la acción social en las artes escénicas. Solo en 2021 han organizado ya dos grandes eventos en torno a las artes escénicas diversas y accesibles: el festival Caleidoscopio y el seminario MUMECU.
¿Y qué nos vamos a encontrar en el Seminario de Mediación Cultural MUMECU?
Es un seminario nacional, el primero que se organiza en Murcia para reflexionar sobre la mediación cultural. Va a ser un encuentro enriquecedor para difundir distintas experiencias de mediación cultural y abrir un estupendo espacio de debate, y yo tengo el placer de participar y moderar una mesa redonda sobre mediación comunicativa.
Aunque nos salgamos un poco del guión, también consideramos la conciliación como una forma de inclusión, en este caso de la mujer en el ámbito profesional y artístico. ¿Qué crees que falta para que esa conciliación se haga realidad?
Puf, esta pregunta da para escribir varios libros XD
Lo cierto es que yo estoy viviendo la maternidad desde una situación de absoluto privilegio, con un trabajo estable que me ofrece buenas condiciones laborales y horarios flexibles para organizar mi tiempo, una pareja corresponsable y una enorme red de apoyo familiar y amigos queridos que me están acompañando en el proceso. Solo puedo decir que, incluso así, la maternidad, además de transformadora y maravillosa (cosas que se dan por sentado), puede llegar a ser una experiencia tremendamente dura, solitaria y extenuante. Así que no me quiero imaginar cómo será para la gran mayoría de mujeres que lo tienen muchísimo más difícil que yo. Por eso creo que lo más básico que necesitamos es un ingrediente que va en contra del mismo espíritu del capitalismo: el tiempo. Necesitamos tiempo para disfrutar de nuestras criaturas, tiempo para poder cuidar y cuidarnos, y, claro, ese tiempo debe estar sostenido por unas condiciones materiales que nos permitan ese disfrute.
¿Qué nos queda por desarrollar como sociedad para evitar ese sentimiento de “soledad” que a menudo se extiende entre las madres?
Aparte de estos ingredientes más básicos, si pudiera hacer una lista de deseos para una maternidad más gozosa, tengo claro que serían: tribu, tribu y más tribu. La soledad es uno de los peores enemigos de la maternidad porque un bebé requiere una atención intensa y constante y es precisamente esa intensidad lo que hace que sea tan dura para una sola persona. Cuando se convierte en una experiencia compartida (y aún mejor, colectiva), pasa a ser infinitamente más llevadera.
Tu experiencia como madre, ¿ha cambiado tu visión de tu ámbito laboral o tus expectativas de realización?
Eso sí, en cuanto a los aspectos más relacionados con la organización en el trabajo, debo reconocer que la maternidad ha mejorado exponencialmente mi productividad. Como tengo mucho menos tiempo para mis cosas, no me puedo permitir el lujo de procrastinar. Una hora de trabajo siendo madre convalida por siete u ocho horas de las de antes. Y en el poco tiempo que tengo me siento inspiradísima, con muchas ganas de crear y con un foco increíble. La entrada en la maternidad es una especie de estado alterado de consciencia en el que empiezas a vislumbrar la vida desde otro ángulo, aporta muchos matices a tus creencias y vivencias pasadas e incluso a tu identidad, y creo que eso es lo que hace que, si se tiene la suerte de vivirla en unas condiciones propicias, pueda llegar a ofrecer un gran impulso creativo.
Hasta ahora habéis trabajado en el campo de las artes escénicas, ¿pero podría aplicarse a otras disciplinas? ¿Latrium tiene próximos proyectos en marcha? A nivel personal, ¿en qué te gustaría involucrarte y trabajar de cara al futuro?
¡Por supuesto! La traducción inclusiva se puede aplicar a muchos otros ámbitos. Por ejemplo, mis amigas de la asociación Kaleidoscope Access están haciendo un trabajo brutal desde Granada en el ámbito de los museos. En la ciudad de Murcia las artes escénicas son una pista de despegue maravillosa porque desde hace unos años hay una apuesta muy clara por la accesibilidad y nos lo están poniendo muy fácil, pero el proyecto puede ampliar sus horizontes hasta el infinito y más allá. Eso sí, estoy aprendiendo a construir pieza a pieza y a disfrutar de cada pasito que doy, así que de momento mi objetivo es afianzar nuestro trabajo en el ámbito de las artes escénicas.