Queremos pensar que más allá de árboles de navidad de LED gigantes, edificios monumentales reconvertidos en Orenes y cruceristas perdidos, la región de Murcia sigue teniendo zonas escondidas, lugares soberanos, gentes que son tan libres que asustan a los que mandan. Quizás algo parecido sintió Blanca Pérez de Tudela, periodista, fotógrafa y cineasta, cuando puso un pie en La Algameca Chica. No era la primera vez que fijaba su ojo en uno de nuestros rincones que, sin parecer que importaba a nadie, significaba tanto. Ya lo hizo con su partner in crime Jeanette Conesa cuando realizaron el documental sobre La Cárcel Vieja que pasó de sacar los colores a la (ausente) memoria histórica local a formar parte de una retrospectiva de «reparación emocional» del edificio. Ahora Pérez de Tudela vuelve a enfocar a los márgenes para dar voz propia a La Algameca Chica, un poblado ejemplo de cómo escapar del establishment urbanístico y crear una comunidad autónoma digna de admiración. Hoy entrevistamos a la directora del futuro documental «La Algameca Chica», en la semana clave de su financiación por el estreno de su crowdfunding, para que nos cuente más sobre este alucinante lugar y sus más que admirables gentes. De nuevo, esta Murcia sí que es una de las nuestras.

La directora con parte del equipo, en el centro.

¿Cómo conoces por primera vez este lugar y de qué manera surge la idea de retratarlo en formato documental?

La primera vez que pisé la Algameca Chica fue con mi amiga y compañera de proyectos, Jeanette Conesa. Juntas vivimos unos meses en México y viajamos por algunos países de Latinoamérica. A la vuelta a España echábamos de menos la tranquilidad y el ambiente relajado con el que vivíamos allí, así que un día Jeanette me dijo que había una especie de pueblecito en Cartagena que recordaba a Latinoamérica y nos acercamos a pasar la tarde por allí. Fue una primera toma de contacto muy leve, pero yo ya quedé fascinada con el sitio.

A los años volví a pasar el día con unos amigos y comimos en la casa de uno de los vecinos de la Algameca Chica, Sidi, un marroquí que llevaba años asentado en la zona. Una exquisita comida típica marroquí cocinada por su mujer en un embarcadero desde el que podías meter los pies en el agua. El contraste del lugar, a menos de 6 km del centro monumental, barroco y señorial de Cartagena, me fascinó de nuevo. Después de una charla con él, me dije: “oye, aquí hay una historia que no ha contado nadie aún”. Por mi vinculación con el periodismo, el audiovisual y la literatura, el documental es un idioma en el que me resulta inevitable expresarme. La realidad es para mí una fuente de inspiración y la Algameca Chica volvió a encender esa chispa.

Para los que no la conozcan, ¿qué es la Algameca Chica?

El otro día decía un amigo una frase que me pareció súper acertada: la Algameca Chica son lentejas. Y es verdad, son lentejas: o las tomas o las dejas. Te gusta o no te gusta. Es un poblado situado a las afueras de Cartagena, desconocido, alegal y autogestionado que flota en un limbo jurídico donde pende del hilo de 5 administraciones públicas fantasma. Un pueblo costero construido sobre una rambla y formado por 110 barracas, que no cuenta con servicio de agua, ni de luz, ni de limpieza… pero que a pesar de ello subsiste y se autogestiona perfectamente. Además es un sitio tremendamente peculiar porque cuando llegas allí la confusión espacio-temporal es brutal. Podrías estar en Sudáfrica, Sudamérica o el Sudeste asiático, y podría ser 1927, 1898 o 1994.

También hay muchas cosas que la Algameca Chica no es. Me explico: cuando empecé a investigar, descubrí que algunos medios de comunicación habían maltratado mucho el lugar, haciendo una caricatura de él y ridiculizando a sus vecinos y vecinas y su forma de vida, guiándose por el morbo y el sensacionalismo. Así que, a pesar de que se la vincula con la marginalidad y la delincuencia, no, no es esto en absoluto. En la Algameca no hay chabolas, hay barracas, y no está habitada por delincuentes, ni canallas, sino por vecinos y vecinas de Cartagena, en su mayoría, que tienen su segunda residencia allí. Tampoco es cierto que sea un poblado de pescadores. Sí, prácticamente todos los algamequeros y algamequeras pescan, pero por afición. Te puedes encontrar desde un carpintero, a un trabajador de Navantia, un alto cargo militar o un comercial de Onda Cero. Sus posiciones socioeconómicas son variadas, en su mayoría clase media, pero sin duda, si algo los define es la variedad.

¿Cuál es tu proceso de trabajo cuando encuentras una idea tan interesante como esta a convertir en película? 

No siempre es igual, depende del tipo de proyecto, pero sin duda, el primer paso debe ser la documentación e investigación. Conocer de lo que quieres hablar es básico, tanto para hacer un relato veraz, como para modificar, intervenir, doblar o emborronar la realidad y convertirla en ficción, pero siempre con un sentido.

En este caso, además de visitar más veces el poblado para poder crear una imagen más completa de él, fue clave encontrar a José Ibarra, historiador experto en el poblamiento. Él no sólo había escrito un libro documentando los inicios de la Algameca Chica y demostrando que ha estado habitada ininterrumpidamente desde mediados del siglo XVIII, sino que además tenía muchísima documentación y un contacto cercano con la comunidad que compartió conmigo generosamente y sin ningún tipo de recelo.

A partir de ahí, el siguiente paso fue empezar a conocer a los vecinos y vecinas y a pasar tiempo con ellos para no rodar con distancia. Durante este proceso empecé a elaborar un dossier del proyecto en el que plasmar qué quería contar, cómo y para qué, y un guión aproximado con el que comenzar a montar la película.

Después llegó el rodaje, que implica muchísimo trabajo: la organización del equipo técnico y humano, el planning de tiempos, localizaciones, dietas, hospedaje, difusión a medios de comunicación… Y tras el rodaje llega lo más complicado que es el montaje de la película y la producción y distribución.

Uno de los platos fuertes de este documental serán las conversaciones con lxs entrevistadxs, desde vecinxs anónimos al historiador José Ibarra. ¿Cómo lxs convenciste para participar? ¿Cuál de los muchos testimonios te ha parecido especialmente emocionante o impactante?

Los testimonios son clave porque la Algameca Chica es sus vecinos. Es un pueblo que se ha hecho a sí mismo, de modo que el protagonismo de los vecinos y vecinas es ineludible. No podría decantarme por uno en específico, el sentimiento identitario que tienen y la vinculación emocional con la zona es común en todos ellos y especial en cada uno de sus casos. Pero sí hay episodios realmente increíbles. 

Por ejemplo, en los 90, protagonizaron una auténtica sublevación contra el cuerpo militar. Sufrieron una etapa realmente convulsa donde la amenaza de desalojo era cada vez más real. Les colocaron una barrera a la entrada de la Algameca, les hicieron unos carnés identificativos, tanto personales como para vehículos, los cacheaban y registraban a diario en sus entradas y salidas al pueblo… En resumen, los extorsionaron durante meses, años, con diferentes tipos de medidas a las que ellos hicieron frente de forma organizada hasta conseguir recuperar su normalidad. Por eso la historia de la Algameca Chica es la historia de David contra Goliat o de Asterix y Obelix. No son revolucionarios, agitadores, ni reivindicativos, sino defensores de su tierra y su forma de vida.

Además, en el documental contamos con voces expertas que completan el relato y que nos hacen entender desde distintos puntos de vista a esta comunidad. Uno de ellos es el historiador, José Ibarra, del que ya hemos hablado, pero también contamos con Socorro García, profesora de la UPCT, que está inmersa en un proyecto europeo con el que intenta poner en el mapa de las energías renovables a la Algameca Chica y declararla oficialmente comunidad energética independiente. Otro es Diego Fernández, sociólogo, que lleva trabajando en un proyecto comunitario con la Algameca Chica casi dos años y que ya está empezando a cambiar el relato con el que la gente habla del poblado. Otro personaje especial es La Dani, actor recientemente nominado a en la categoría de revelación en los Goya por la peli “Te estoy amando locamente”, que casualmente veranea allí desde hace unos años. Su padre tiene una barraca en el poblado, y pasó su infancia veraneando allí y desde este vínculo, Dani nos va a dar su visión sobre el poblado.

Junto con tu trayectoria en el periodismo y la fotografía está la dirección cinematográfica. ¿Qué significa para ti esta disciplina y qué te aporta? ¿Cuál es la situación actual para cualquier cineasta que quiera crear un proyecto más local e independiente?

Tal y como te decía antes, es mi idioma. Todos los proyectos que he realizado hasta ahora han sido personales e independientes porque por suerte o por desgracia las historias que me tocan y me mueven suelen ser historias que están en los márgenes. Habría sido mucho más sencillo conseguir apoyo de administraciones públicas si hubiera decidido hacer un documental sobre el valor arquitectónico e histórico del casco antiguo de Cartagena, por poner un ejemplo. No desmerezco el tema, al contrario, me parece interesantísimo, pero no me enciende los motores, no conecto como lo hago con la Algameca Chica.

En mi opinión, visibilizar estas realidades es tan necesario como las otras. Pero los intereses son menores. Este documental no promociona un producto, no saca la cara bonita de Cartagena, no promueve el ocio consumista, ni promociona la hostelería, por ende, no interesa a nuestros consejeros ni cargos públicos. Es triste, pero es la realidad a la que nos enfrentamos los jóvenes que queremos crear y que tenemos otro tipo de inquietudes y reivindicaciones.

Precisamente uno de tus mayores éxitos viene del cine, con la realización junto a Jeanette Conesa del documental «La Cárcel Vieja habla: Presos de la memoria». Además, tu proyecto «Maes» fue seleccionado en Descubrimientos PhotoEspaña.¿Por qué te parece importante que tus proyectos giren en torno a lo social, lo político y la memoria? 

Porque me parece que lo social, lo político y la memoria está en todas partes. Aunque creamos que no nos interesa, que nos queda lejos, que no nos afecta, es con lo que convivimos a diario. Que nuestra calle tenga basureros es política, que tu abuela te pregunte si ya te has echado novio es memoria y cultura. Me parece que desde lo pequeñito, lo cotidiano, podemos cambiar cosas más grandes y al contrario, pero a veces no somos conscientes de lo que significan estas palabras y de lo conectado que está todo. Pensamos que política es el señor trajeado que sacan en el telediario, que vive en Madrid y que tiene chófer y escolta. Pero no, política somos nosotros, es la historia desconocida de un edificio de tu ciudad, o cómo te relacionas con las mujeres de tu familia y por qué. Y esto que nos pasa en nuestro día a día tiene porqués que compartimos con muchas otras personas, por eso hablando de lo nuestro, lo personal o lo local, estamos hablando también de lo global, lo social y lo político.

¿En qué momento se encuentra ahora mismo el proyecto, cuáles son los pasos a seguir a partir de ahora?

Actualmente estamos en fase de producción, intentando conseguir financiación y patrocinadores para poder terminar el montaje. Un documental se crea en la mesa de edición y para eso necesitamos colorista, sonidista, diseño de música original, diseñador gráfico para rotulaje, cartelería, traducción… En resumen, un sinfín de trabajo y profesionales a los que debemos remunerar. Por este motivo es por el que hemos abierto el proceso del crowdfunding.

Para los que no sepan qué es esto del crowdfunding os explico: se trata de una herramienta de recaudación de dinero colectiva, en la que los donantes hacen una aportación económica al proyecto con el objetivo de apoyarlo y ayudar a sacarlo adelante. A cambio, el propietario del proyecto, en la mayoría de ocasiones, ofrece recompensas para agradecer y motivar la donación.

Nosotros vamos a hacer este proceso a través de una plataforma que se llama Verkami. La abrimos el domingo, aunque ya podéis acceder a la página aquí: https://www.verkami.com/projects/37548-documental-la-algameca-chica

Las recompensas serán experiencias en la propia Algameca Chica, os animo a que estéis atentos porque habrá cosas muy chulas. Otro detalle importante es que a partir del domingo contamos con 40 días para conseguir el objetivo, y si para esa fecha no lo hemos hecho, perderemos todo el dinero, así que aprovecho este momento para animar a toda la gente a participar y ayudar al proyecto y a la protección de la Algameca Chica.

Y aunque ahora estés inmersa en La Algameca, seguro que ya tienes nuevas ideas en la recámara. ¿Hay próximos proyectos a la vista, sea en cine u otras disciplinas?

Respecto a nuevas ideas o proyectos, debo decir que es tanta la energía que ahora mismo me está demandando el documental que la verdad es que ni me lo planteo. Aunque otra de mis grandes aficiones, quizás la primera, la que antes surgió, es la escritura y en un par de semanas voy a empezar a publicar un artículo de opinión mensual en El Diario. Es una cosa pequeñita pero me hace bastante ilusión. A corto plazo, este sería el proyecto más cercano.

La directora, Blanca Pérez de Tudela

*Fotos propias y recopiladas cedidas por la directora