En 2017 se desató una agria polémica (sin Iñaki Gabilondo) a raíz del II Congreso Capital del Columnismo en León. ¡Ay, 2017! Eran tiempos mozos donde todavía estornudábamos a cholón, bebíamos de minis comunes y eso de la paridad cultural en los carteles, aunque fuera para evitarte las hostias, estaba menos desarrollado- ¡todavía!- que ahora. Los señoros de tal evento se marcaron un Congreso de Columnistos, sin ninguna presencia de autoras, las cuales salieron a reclamar, con los ojicos en blanco, su importancia como formadoras de opinión, pedagogas de la reflexión e ideólogas de una realidad cambiante, que, tócate, vio hasta Soto Ivars. El hashtag #HayMujeresColumnistas se viralizó y Marisa Kohan escribió un artículo de ayuda para dummies , «Guía de mujeres columnistas para organizadores de congresos desinformados» , que hoy rescatamos en forma de índice para otro tipo de seres virulentos.

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Esta cuarentena se las prometía como el retiro perfecto para leer los libros acumulados a lo tsundoku, incluso para rematar esa novelita que tu paupérrima vida tenía paralizada por falta de tiempo. ¡Bendito Coronavirus! Todo fue un espejismo: la precariedad se mantuvo ahora en forma telemática, intentar pasar de página con tus churumbeles subidos al teclado no podía calificarse de éxito, y tu concentración para evadirte y dejarte transportar solo te llega cuando te tomas el tercer vino de oferta del Lidl mirando hacia el infinito las limitadas -joder, nunca te habías fijado en los limitadas que eran- vistas desde tu balcón. No te presiones: si la literatura no llega a tu córtex pero aún vive en ti la llama de la lectura, haz como nosotras: son tiempos de dar al «stop» y recuperar esos artículos y columnas que el día a día te hizo no prestar atención por la fagocitosis del click diario. Aquí te proponemos 6 autoras (¿son escritoras? ¿son periodistas? ¿a alguien le importa la diferencia?) con algunas de sus piezas más brillantes para que sacies tu ración diaria de letras. Reflexión apurada, pensamiento radical y adoctrinamiento feminomasón garantizado.

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Suerte con eso, Lois  Lane.

María Bastarós, «El telar de las mujeres: estafa piramidal y feminismo ‘new age’»  (Pikara, 2018). Mucho Palmar de Troya, mucho Wild Wild Country, pero aquí las primas del Telar con sus inofensivos mandalas no se andaban con tonterías. Un timo de la estampita con apariencia de hermandad que le trajo a la propia autora su porción de persecución online. Vale la pena leerlo para entender los trapos sucios de aquelles que se lucran con sororidad del resto. La Bastarós es esa escritora del boom de la poesía viral que se atrevió a mezclar la palabra «feminista» con «pastilla» cuando todavía a internet le daba cosica hashtear #girlpower; es la autora de «Historia de España contada a las niñas» y «Herstory«; es la persona que vía IG lo mismo le busca hogar a un gatete perdido o se convierte en la chica más adorable cocida de vodka o en la macarra más afilada al responderle a algún troll aburrido. Pero sobre todo, Bastarós escribe que da regusto de bien, regusto del que pica ahí abajo. Si el «telar» te ha sabido -lo dudamos- a poco, otro imprescindible de la zaragozana es este «De la distopía climática a la entelequia rural. ¿Sueñan los humanos con la selva amazónica?» (eldiario.es, 2020) o la revisión de la «performance» del tour de La Manada, pues no nos olvidamos de que estamos ante una erudita de la Historia del Arte más contemporánea . Además, durante el confinamiento ha dejado sus fanzines en abierto aquí. Quién coño no quiere ser de su equipo.

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María Bastarós por Eva Máñez.

Marta Bassols, «Bebé no bebé» (Ctxt, 2020). Bassols es lo que nos gustaría ser y no se puede, (ni siquiera ella podría conseguirlo si se lo propusiera como obligación), y es que escribir desde las entrañas sale como una bala o se queda dentro haciendo bola. La catalana es escritora, redactora, guionista, actriz, siempre presente, colaborando o produciendo proyectos y espectáculos fuera de la norma y lejos de la subvención. Una punki profesional de la cultura y las azoteas que en este artículo le da sentido a eso de «abrirse en canal» y habla de maternidad, aborto y feminismo sin etiquetarse ni etiquetarnos. Otra delicia, su ¿cuento? en el enterísimamente recomendable fanzine «Fango» de Jara Aithany o su texto «Siempre vuestra» de Playground con Margot y su madre en escena. ¿Puede algo romperte y arreglarte el corazón a la vez?

Lucía Barbudo, (a.k.a Lucy Sombra) «El 8M, el coronavirus y la Ideología de Género, de género subnormal«, (eldiario.es, 2020). Si hubiera que leer una crónica de la crisis del Covid-19, los «ultrafantoches» del fascismo institucionalizado y los prejuicios de toda índole que ha sacado a relucir un microscópico virus, nos quedamos con esta reflexión. Tenemos que plagiar a la propia Barbudo su autodescripción para eldiariomurcia.es porque no podríamos hacerlo mejor : «Rubia alienada por elección. Se prostituye en las aulas del Estado como funcionaria blanca occidental y biochocho privilegiado. Feminista desagradable por imposición patriarcal, esta antimadre es feliz escuchando a su hijo deconstruir su masculinidad cantando «Yo soy tu gatita».» Barbudo es un puñetazo a nuestras referencias y argumentos, que felizmente ella misma se cuestiona en pos del aprendizaje continuo y la consecución de un feminismo que no deje atrás a nadie. Lo mismo le da cera a Betty Friedan, a la putofobia o a la ranciedad musical entrevistando a dos de nuestras DJs locales preferidas. También da cuenta de esas otras maternidades, intencionadamente oscurecidas por la maquinaria patriarcal en «Madre (no) hay más que una» o desarrollando una mesa de debate que tuvo lugar en -agárrate, Teodoro- ¡Murcia! este diciembre, «Madres apátridas» junto a Daniela Ortiz,  Linda Pornsánchez y Simone Crew. Voz incómoda en todos los bandos, es sin duda una de las más certeras y necesarias en una región anquilosada en el pensamiento único como la nuestra.

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Foto de la página personal de Lucía Barbudo.

Carmen G. de la Cueva, «Por qué leo a mujeres» (Ctxt, 2020). De la Cueva ni está muerta ni de parranda, sino criando a  un precioso chiquillo, luchando por seguir viviendo de lo suyo (lo suyo, lo nuestro) y buscando tiempo, inspiración y fuerzas para seguir escribiendo. Honesta sin tapujos, refleja en sus redes el agotamiento y el amor infinitos (ambos parece que no se acaban nunca) de ser madre en tiempos revueltos. Siempre merecerá la pena pararse a leer las intervenciones de la sevillana en cualquier medio. Aquí, un oasis de literatura, un mini ensayo de su pasión por los libros y su reivindicación más cariñosa y encendida de las autoras, muchas de las cuales, estamos seguras, volvieron a la palestra en España gracias a su medio «La Tribu«, su libro «Mamá, quiero ser feminista«, y la creación de una red de clubs feministas por toda España, incluida esta Murcia how beautiful you are. Referente nuestra, y si hay justicia cultural en este país (glups) pluma de primera plana, por muchos años.

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Carmen G, de la Cueva (M.H. Málaga Hoy)

Lucía Mbomío, «Qué de cosas (racistas) últimamente» (Píkara, 2020). ¿Te imaginas que aprovecháramos este confinamiento para revisar nuestros privilegios? Leer a la madrileña Mbomío es una buena forma de empezar, aunque no nos extrañaría que esté hasta la mismísima de hacer pedagogía. Nos gusta en especial este artículo de Píkara porque pone el foco en su medio y el nuestro, el periodístico, del trato interno y la reacción de la masa lectora. Mbomío tiene otras piezas preciosas como  el «Ya no están» (El País, 2020), una oda a los locales de barrio o una reflexión sobre cuñados y prostitutas en  «Furcia» (Afroféminas, 2015). Además, en 2019 publicó «Hija del camino» (Grijalbo Narrativa) inspirándose en su propia vida, la de una afrodescendiente nacida en Alcorcón en los 80. Una refrescante voz dentro del periodismo que nos obliga a reflexionar sobre la dimensión mediática de nuestros prejuicios.

Lucía Mbomío, TEDtalk.

Cristina Morano, «Es el (Gastro) Mercado, amigo» (el diario.es, Murcia 2019) ¡Qué lejos queda ahora la preocupación por las corruptelas de la derecha en nuestra país región! Hace un año, Morano no le quitaba los ojos de encima a las comidas de polla del Grupo Orenes a los amigos del maletín, a los crímenes sin resolver de las casa de apuestas, sin pararnos, -madre mía- en lo que vendría después, un recién inaugurado macro casino, Odiseo, en las afueras de Murcia al que, apenas se le cortó la cinta inaugural, se le echó el cierre por el confinamiento. ¡Qué mala suerte, chato! Morano, madrileña de nacimiento pero adoptada en nuestra city, no es solo una de las columnistas políticas de la región a las que no hay que perder de vista, sino, sobre todo (por encima de todo) , la poeta de las palabras que estabas buscando. Su nuevo poemario, «No volverás a hablar en nuestra lengua» (2020, La estética del fracaso) viene con toques nostradamusiescos , virales, y muy muy vitales.

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Cristina Morano (La Tribuna de Albacete)

Harían falta varias pandemias encerradas para poder dar cuenta de todo el talento que inunda periódicos digitales, revistas, fanzines y demás publicaciones rebeldes, sin contar con los libros de gente de bien, por supuesto, que nos ofrecen estas autoras kamikazes de la publicación diaria. Muchos blogs para no perderse: «Femenino Rural«, de Fátima Fatale (El Salto); viajes, sexualidad y activismo en «Revolution on the Road«, por Elisa Coll Blanco (El Salto), Amanece Feminismos de Amanece Metrópolis o el imprescindible «Afroféminas«, nuestra redescubierta Elvira Lindo… un sinfín de mentes brillantes en la internéh que también hay que dosificar estos días. Cuando el griterío (online) se hace insoportable, solo se nos ocurre ponernos a resguardo de estas mentes emocionantes y brillantísimas para que se nos quiten las ganas de tirarnos del balcón. Como decía la imprescindible Urraca, lee, Maricarmen.

*Portada: viñeta del comic «Abbot» de Saladin Ahmed (Black Bolt) y Sami Kivelä .