“Reading a book is like re-writing it for yourself. You bring to a novel, anything you read, all your experience of the world. You bring your history and you read it in your own terms.”

-Angela Carter.

Celebrar el Día del Libro un solo día al año no nos va: ¡preferimos montar una boda de Farruquito literaria, un parkineo de bakalas lectores, una orgía donde nos azoten en el culo con una reedición de Audre Lorde…! Asi nos va la cabeza, y como sabemos que nuestras compas comparten el contagio por los libros, seguimos de mañaneo post 23/4. A continuación, el segundo volumen de las filias y fobias literarias de nuestros cocos preferidos de la ciudad: escritorxs, ilustradoras, folclóricas o pinchadiscos que hacen de Murcia un lugar mejor y que guardan un rincón en su corazoncico para esa autora que les marcó para siempre. Women, still we write.

Reading Series--three women reading on a park bench in Washington square Park, October 4, 2013. exclusive photos by Lawrence Schwartzwald

Reading Series–three women reading on a park bench in Washington square Park, October 4, 2013. exclusive photos by Lawrence Schwartzwald

LIDIA GARCÍA (The Queer Cañí Bot, investigadora bollera, coplera y de clase obrera): «Una escritora que siempre me ha revuelto un poco la sangre que no sea (todavía) más conocida es Silvina Ocampo, eclipsada como tantas por un marido que desde luego no vamos a nombrar aquí. Leer a Silvina es una delicia. Además si tenéis tocada ahora mismo la capacidad de concentración tirar de alguno de sus numerosos cuentos os va a venir divinamente.  Cortitos y llenos de sal. Vale, es verdad que alguno deja el cuerpo regular pero hacerme caso: compensa».

ocampo

SANTOS MARTÍNEZ (a.k.a Santini Rose, escritor, periodista y Sr. Capullo): «El primer libro escrito por una paya que me dejó tiritando fue El gran cuaderno, de Agota Kristof. Tendría nueve o diez años. Me lo pasó mi padre, aún no sé si para educarme en el estoicismo o para que me diera cuenta de lo buena persona que era mi abuela. Lo segundo lo consiguió: La Bruja me acojonó tanto que no volví a rechazarle una rodaja de salchichón a mi abuela. Algún que otro capazo de libros después, diría que mi pódium actual lo forman Virgine Despentes, Caitlin Moran y Laura Fernández. De Virginie  Despentes solo diré su trilogía Vernon Subutex es lo mejor que se ha escrito esta década. Encuentro en ella todo lo que busco en alguien que marranea folios: nervio, urgencia, necesidad-de-contar-una-historia, estilazo (seco, gélido, preciso), ritmo, humanidad y carencia total de solemnidad. Y, bueno, de carencia total de solemnidad sabe una miaja Caitlin Moran. Mi mejor amiga me regaló Cómo se hace una chica y en la dedicatoria escribió algo así como que “extrañamente” era un libro escrito para mí. Que los ingleses son los mejores a la hora de escribir tragicomedia y tratar asuntos como el clasismo, el racismo o la precariedad sin poner cara de Alfonso Rojo es un hecho más viejo que mear. Me he hartado de regalar (cuando he podido) y recomendar (cuando me han dejado) esta puta maravilla. Y, oh, Laura Fernández. Una mujer que llamó a su primer hijo Arturo en homenaje a Bandini ya tiene el cielo ganado, pero lo suyo es otra cosa. Si no te ríes y no se te parte el corazón y no te reconcilias con todo (con todo lo reconciliable) después de leer Wendolin Kramer, lo mismo eres, más que cualquier otra cosa, un manojo de apio. Me flipa todo en su escritura: su humor, su ritmo, sus historias, su universo, su capacidad para digerir a Brautigan y KurtVonnegut y transformarlos en otra cosa, su mirada de frikaza-que-algún-día-se-vengará…todo.

Leo cualquier cosa que encuentro de Leila Guerriero, de quien también busco entrevistas que pongo para dormir por si se me pega una chispica de su sutil lucidez. Me encantaron La chica del grupo, de Kim Gordon, con el que desarrollé un tremendo sentimiento de pena hacia Thurston Moore y sus andares y Ropa, música, chicos, de Viv Albertine, un libro que solté más de veinte veces para aplaudir mirando a la pared de enfrente. Otra autora que leí de adolescente y a la que debo volver es Flannery O´Connor. Me flipa, como en todos los autores americanos que me flipan, su voz: dura, seca, humana, apareciendo lo justo para sostener la historia. Llevo varios años leyendo gótico sureño y gritlit, y Flannery O’Connor me interesa porque, siendo de Georgia, no entra del todo en ninguna de las dos corrientes: lo suyo es como un punto medio entre Carver y Harry Crews. También tengo pendiente a autoras de las que me han contado maravillas personas de las que me fío. Son (las autoras) Bonnie Jo Campbell, Renata Adler, Vivian Gornick y Mary Karr.

En cuanto a las fobias, odio con todas mis fuerzas a cualquiera que considere que para escribir cosas profundas hay que fruncir el ceño, la solemnidad, eso de darse a uno demasiada importancia, la palabrería supuestamente intelectual y, glups, los libros sobre libros. Así que está claro: odio a Jane Austen (sobre quien haré mías las palabras del fiera de Mark Twain: “A menudo quiero criticar a Jane Austen, pero sus libros me enervan tanto que no podría ocultar mi malestar frente al lector, y por eso tengo que parar siempre que comienzo. Cada vez que leo Orgullo y prejuicio, siento ganas de desenterrarla y golpearla en el cráneo con su propia tibia”), a la flipada clasista y esnob de Virginia Woolf, a las Brontë, a Luna de Miguel (y, ejem, a todas las Lunas de Miguel) y a Gabriela Wiener, que podría ser la hostia pero prefiere ser intelectual.»

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MARÍA LÓPEZ PONZ (profesora y traductora, austenette de la terreta): «Mi minipunto en este 23A va para «Possession» -o «Posesión» en la traducción al castellano- de A.S. Byatt. Lo que hace esta señora en esta novela es para arrodillarse ante ella y jurarle admiración eterna. Crea dos poetas victorianos (una mujer y un hombre, que siempre da más juego) con una historia compartida; y «crear» no es una palabra elegida al azar, literalmente construye dos escritores con toda su obra, tanto poética como epistolar. También incluye diarios, notas, cartas… de otros personajes secundarios de forma que, aunque el narrador principal de la novela sea omnisciente, los protagonistas se van construyendo a través de sus propias palabras y del resto de voces de la obra. Vamos, un romance victoriano contado con recursos posmodernos: tú sí que sabes cómo robarme el corazón, Antonia.

No quiero contar mucho del argumento, sólo diré que el título es clave para entender los distintos temas que plantea Byatt: desde la renuencia a ser «poseída» como objeto femenino, hasta la lucha del mundo académico por la «posesión» de datos y artefactos para interpretar (a menudo desde posturas ideológicas) a una autora».

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IRENE BEBOP (Ruda FM, Vulva Estelar, mother of cats): «En 3º de la E.S.O recién aterrizada en el instituto mi profesora de valenciano nos obligó a leer “La Salvatge” de Isabel-Clara Simó. Siempre me gustó leer, pero nunca los libros obligatorios. Esta fue la primera excepción, recuerdo las tardes devorando páginas, subrayando, poniendo post-its, pensando en qué significaba eso de ser mujer. Después llegué a sus novelas más juveniles y fue como si alguien de repente hablara de mi mundo. Tenía la sensación de que la Simó sabía cómo pensábamos los adolescentes. Me hizo compañía en un momento en el que me sentía incomprendida, perdida y odiaba a todo el mundo. Ojalá pudiera agradecerle a la Sílvia haber puesto en mis manos ese libro, qué paciencia tenía la tía. Gràcies!»

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DANI GOVE (dibujante, humorista, tertuliano Microondas crew): «Veamos… no sé hasta qué punto puede sonar típico, pero sin lugar a dudas esa autora fue Elvira Lindo. Lindo entró de lleno en mi infancia justo en el momento en el que me empezaba a fascinar por los libros. Casi igual de importante fue también mi maestra por aquel entonces, que decidió establecer un día a la semana de lectura de Manolito Gafotas. Durante esas sesiones recuerdo a todos los niños fascinados, atentos a las aventuras y desventuras de Manolito.

Recuerdo el toque de humor, lo cercano de las situaciones, la simpatía que me despertaba el personaje; para un niño como yo que venía de devorar el Barco de Vapor era todo un salto hacia algo más gamberro, algo que, por decirlo de alguna manera, molaba».

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CARRIE PALMER (DJ, diosa del Fuegote): «Leí «Tomates Verdes Fritos» de Fannie Flagg cuando tenía 16 años y me marcó profundamente. La protagonista se encuentra totalmente perdida y triste y es a través de la amistad, de conectar con otras historias y de la fuerza de la feminidad cómo cambia su vida. Una historia que te hace viajar al pasado y que transcurre en Alabama en la época de la Gran Depresión y que trata temas como la homosexualidad y el racismo. Tiene un final mágico y lo recomiendo por su encanto en lo mundano y por la fuerza de la sabiduría y el poder que hay entre las mujeres y sus vivencias».

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 EME de MATI (jefa suprema en Chiribiri, diseñadora DIY bailonga): «Una de mis autoras preferidísimas es Louise Fili, diseñadora gráfica italoamericana nacida en los 50 que lleva toda su vida dedicándose a dibujar maravillas que luego se han plasmado en portadas de libros, cajas de galletas, envoltorios de chocolate o etiquetas de vinos… ¿Qué más se puede pedir a esta jodida vida? Yo creo que nada.

En mi casa cuento sólo con 3 de sus 27 libros publicados, uno de ellos me los he forrado con plástico transparente porque si no ya lo habría destrozado. Espero al menos conseguirlos todos cuando llegue a su edad y mientras repaso con lupa los que he conseguido hasta hoy. En especial estos días en los que estoy diseñando unas etiquetas de mermelada, tengo encima de la mesa su hit «Elegantísima«, un recopilatorio finísimo de algunos de sus miles de deliciosos trabajos que hacen que se te ricen las pestañas del gusto gráfico. Es una crack imparable que me anima a no lanzar la toalla de autónoma pringada por mi estrechísimo balcón. ¡Viva la Fili!»

 

recomendación mati

** Gracias a todas las personas que se han dejado dar por saco para colaborar con nosotras; a quienes no habéis podido o quienes veáis nuestros mensajes en el spam de 2029. Nosotras somos contingentes, pero vosotrxs necesarixs. <3

*Pic portada: M. Atwood en The Gentlewomen (Alasdair McLellan); Pic Lousie Fili Casa Chiribiri.