Una de las series del año, «Years and Years«, nos ha dejado con la boca abierta ante la posibilidad de un futuro, terroríficamente cercano, donde los peores presagios se cumplen. Migración, despotismo, una ciudadanía alienada y sobre todo, el no-futuro de las personas refugiadas. El destino de la humanidad parece ser la pérdida de esta y en uno de los capítulos más impactantes nos damos cuenta que nos han roto por dentro solo porque esta vez somos capaces de entender lo que ellos sienten al forzarnos a ponernos en su lugar. La Europa blanca y «desarrollada» al borde del abismo que ha creado. Es el famoso «ahora me llevan a mi, pero ya es tarde», sumado a nuestro egoísmo por no ver lo que no queremos ver.

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Afortunadamente no va a ser Netflix quien nos quite la venda de los ojos, sino cientos de voluntarixs y trabajadorxs que siguen en las zonas de conflicto para que no ocurra el peor desastre de todos: que los olvidemos. Hoy entrevistamos a una de esas personas, Teresa Fuentes, voluntaria de la Asociación de Amigos de Ritsona, una organización independiente que se centra en ese campo de refugiados y otras zonas de Grecia donde personas refugiadas están atrapadas ante el beneplácito de gobiernos y grupos cómplices como ACNUR. A finales de mes un nuevo equipo de trabajo vuelve al duro invierno griego para aportar donaciones, mantenimiento, y sobre todo, humanidad a lo que son auténticos campos de concentración del siglo XXI. Por eso, y con el propósito de poder recaudar más fondos y difundir la problemática, la Asociación Amigos de Ritsona organiza este próximo sábado 14 de diciembre a las 12 horas  la Exposición Fotográfica y presentación de Fotolibro «LA OTRA ORILLA», de la fotógrafa Paloma Comuñas, con la edición de Elena Ortiz y Francesca Nena Danesi y cofinanciado por la UMU, Proyecto Erasmus+Refugium. (galería La Aurora, Murcia). Nuestro papel es vital para la supervivencia y dignidad de las personas refugiadas: tu aportación económica y tu presión política y social para que se tomen decisiones. No dejemos que se nos olvide que lo que hacemos nos define como humanos. No los olvidemos.

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 ¿Cómo es la situación actual en los campos que trabajáis?

La situación es dantesca, cada vez peor. Actualmente hay más de 18.000 personas atrapadas en la isla de Lesbos, la mayoría de ellas en el campo de personas refugiadas de Moria, ya que es el centro de recepción por el que pasan todas las personas que llegan a la isla.

Estamos hablando de un campo de personas refugiadas que está acondicionado para 3.000 personas y que desde hace años  superó su capacidad, actualmente hay 17.000 personas. Esto ha provocado que miles de personas malvivan en el monte que hay al lado “monte de los olivos”. Cuando tienen suerte el gobierno les proporciona una tienda de campaña en la que malviven varias familias dentro, sin colchón, ropa de abrigo o mantas, familias que recién llegadas a la isla son tratadas de forma deplorable, comparten tienda con otras familias que no conocen y en ningún momento se cubren sus necesidades mínimas. Estas familias llegan con lo puesto ya que las mafias les obligan al subirse a la embarcación a que tiren por la borda lo poco que llevan.

En estas fechas la situación, si cabe, es más dramática aún. Las lluvias, el frío, incluso la nieve, provoca que las personas enfermen y que en algunos casos lleguen a morir de congelación, el año pasado murió un chico de apenas 20 años.

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Grecia. New York Times

No hay que olvidar que estas personas huyen de sus países de origen por conflictos armados. Aproximadamente el 70% de las personas que malviven en este campo son de origen afgano, un país dónde el índice de violencia es brutal y se ven obligados a salir del país por poner su vida y la de su familia a salvo.

Sin olvidar los abusos que sufren en el trayecto. Nos comentaban las compañeras de la ONG Rowing Together, que cubre la atención sanitaria a mujeres en el campo de Moria, que la mayoría de las mujeres que llegan de África han sido violadas en el trayecto, muchas de ellas llegan con enfermedades de transmisión sexual y/o embarazadas.

¿Cómo ha afectado o van a afectar la nueva legislación griega a estos campos?

El nuevo gobierno está siendo muy duro y cruel con las personas que llegan a las islas. Su última medida, con el único fin de acelerar las deportaciones, ha sido convertir los campos de personas refugiadas de las islas griegas en CIES (centros de internamiento para extranjeros), que serán construidos en los próximos seis meses. Su objetivo es encerrar en Moria a unas 5.000 personas consideradas por el gobierno, probablemente sin otro criterio que el lugar de procedencia, no dignas de asilo. Este nuevo campo será considerado de internamiento y deportación y estarán encerrados e incomunicados hasta que llegue su orden de deportación, serán campos de concentración dentro de la UE.

También está previsto crear un nuevo campo al que llevar a los menores no acompañados, actualmente dentro de un espacio protegido en el campo de Moria, y que debido al hacinamiento ha provocado que no haya sitio para todos. Todo ello va a suponer que las personas que han huido de sus países de origen por poner su vida a salvo vivirán en campos de concentración donde las organizaciones independientes no podremos ser testigos de todo lo que está ocurriendo allí, además, no podrán salir de estos centros e ir a algunos proyectos que se encuentran cercanos y que cubren, en parte, las necesidades que las autoridades griegas y ACNUR, entre otros,  tienen la obligación de cubrir, como puede ser ropa de abrigo, calzado, pañales, productos de higiene, leche infantil y todo lo necesario que puedan necesitar.

También se endurecerá la represión contra los que ayuden a las personas que lleguen cada noche. Ayudar, aunque sea con una manta, ropa seca que sustituya a la empapada por el agua del mar, dar una bebida caliente o hacer una cura de urgencia será considerado tráfico de personas y juzgado como tal.

El futuro de las personas que lleguen a la isla de Lesbos será que los encierren en otros tantos campos-prisión, incomunicados y aislados hasta que llegue su orden de deportación.

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¿Qué os cuentan vuestros contactos de cómo se están desarrollando el proceso de asilo?

Nos hablan de la desesperación de la gente después de meses, incluso años, esperando una solución digna a su situación, algo que cada vez parece más lejano ya que los procesos de asilo están estancados, salen a cuentagotas, en muchos casos se demoran hasta 2 y 3 años, algo que está provocando enfermedades mentales, autolesiones e intentos de suicidio, incluso en pequeños de apenas unos años, muchos de ellos provocados por los abusos sexuales que se están produciendo dentro del campo de Moria, algo que es muy curioso, ya que estamos hablando de uno de los campos más militarizados de toda Grecia y sin embargo, con orden de no intervención en caso de conflicto.

La estrategia del gobierno Griego está siendo someterlos al abandono y hacerles la vida imposible, para que quieran irse, que sientan que no se les quiere y retornen a sus países de origen. Todo ello con la complicidad de organizaciones internacionales como ACNUR que está siendo testigo mudo de toda la vulneración de los derechos humanos que se están cometiendo dentro de los campos, en vez de presionar a los Estados para que den acogida urgente a estas personas. 

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 ¿Hay evolución o las políticas europeas están estancadas? ¿Cuál es el papel de España en esta problemática?

No sólo están estancadas, la sensación que tenemos las personas que seguimos de cerca la realidad de este conflicto, es que los han dejado abandonados a su suerte, una suerte cada vez más inhumana y cruel debido a las medidas del gobierno griego.

El papel que están teniendo los países de la Unión Europea es vergonzoso. La mayoría de estos países no han cumplido la cuota de personas con las que se comprometieron para darles asilo, entre ellos, España, que tan solo ha acogido a un 14% de todas las personas que en un principio asignaron. Hay una falta de voluntad política por parte de los Estados miembros que te deja sin aliento.

España, al igual que otros países de la UE, mira para otro lado cuando se trata de dar auxilio o acogida a las personas que arriesgan sus vidas en el mar o que malviven hacinados en los campos de personas refugiadas o en las calles de Atenas.

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Un grupo de refugiados hace cola para obtener alimentos en el campo de Idomeni, Turquia. (AFP)

Además de la situación griega, ¿cuáles son las zonas más críticas ahora mismo en cuanto a personas desplazas? 

El Líbano es uno de los países con mayor densidad de personas refugiadas en el mundo, más de 1 millón, lo que supone un 25% de la población libanesa. Tres cuartos de la población refugiada siria en Líbano viven con menos de cuatro dólares al día, unas condiciones que se agravan por los recortes en ayuda humanitaria. Esta situación empuja a muchas personas a pensar en regresar a Siria, a pesar de que aún no existen condiciones para el retorno seguro. Desde hace unos meses están habiendo denuncias de organizaciones independientes que hablan de deportaciones forzadas a Siria.

Otro país muy afectado por la crisis migratoria es Turquía. En el año 2016, Turquía firmo un acuerdo con la Unión Europea donde se comprometió a retener a las personas refugiadas para que no llegaran a Europa. En los últimos 8 años han llegado a Turquía 3,7 millones de personas refugiadas de origen sirio. A cambio los países de la UE mirarían con buenos ojos a Turquía para que entrara a formar parte de los estados miembros, este acuerdo de retención se presupuestó en 6.000 millones de euros que la UE le daría a Turquía para frenar los flujos migratorios hacia Europa.

Otra zona muy conflictiva y que poco se sabe de ella, es la frontera de Serbia y de Bosnia y Herzegovina, ambas frontera con Croacia, país de la Unión Europea. Aquí se encuentran atrapadas miles de personas, sobre todo chicos no acompañados, que malviven a temperaturas extremas en naves abandonadas con el objetivo de poder caminar por bosques y montañas, a escondidas, durante muchos días hasta llegar a Italia o Austria. El problema es que si agentes de la policía Croata o Hungara, ambos países de la UE, los descubren, los deporta de vuelta a Serbia o Bosnia, normalmente con violencia, les quitan la ropa, rompen sus móviles y les golpean. Afortunadamente hay organizaciones como la ONG española No Name Kitchen que está presente en terreno denunciando todas estas aberraciones y proporcionando comida, ropa de abrigo, agua potable y asistencia sanitaria.

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Reparto de comidas calientes por parte de los voluntarios que fueron uniéndose al proyecto de la No Name Kitchen, que sigue en pie, gracias a las donaciones de ciudadanos de todo el mundo y a los voluntarios que se mudan a Sid a vivir. NO NAME KITCHEN. El Pais.

¿Qué podemos hacer para ayudar desde aquí? 

 Es fundamental que no olvidemos y difundamos la situación tan dramática que está ocurriendo en estos países donde están malviviendo miles de personas expuestas a todo tipo de abusos y dónde, de forma sistemática, se están vulnerando los derechos humanos.

Cada vez es más difícil saber las atrocidades que se están cometiendo ya que tienen la complicidad de los gobiernos y de los medios de comunicación para no difundir esta realidad.

Es fundamental exigir a los gobiernos que queremos que se acoja a las personas refugiadas y migrantes en situaciones de extrema vulnerabilidad y que llevan varadas en Grecia demasiado tiempo.

Las organizaciones independientes ponemos parches a esta barbarie pero esos parches hacen que las personas que allí se encuentran atrapadas puedan tener una manta, un bote de leche para dar alimento a sus bebés, ropa de abrigo o una comida digna.

Necesitamos fondos para seguir colaborando en terreno en mejorar un poquito sus vidas e invitamos a la ciudadanía a que colabore con organizaciones pequeñas e independientes donde todos los fondos van a mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables.

No podemos olvidar que cualquier día podemos ser nosotras las que estemos en esta situación y nos gustaría que alguien nos ayudara.

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Amigos de Ritsona.

Foto portada: REUTERS