Un club de escritura donde meterse el ego por el orto y compartir los errores como de lanzarse a una piscina sin fondo se tratase. Ese fue uno de los objetivos de Medusita Kollective, el grupo de autorxs comandados por la escritora Andrea Tovar que este sábado 21 de mayo a las 12h presentan en La Oficina (C/Arrixaca, 11-Casa Chiribiri). «Inténtelo de nuevo» es la antología de relatos de este colectivo que hacen del error su mayor virtud. Hoy charlamos con Tovar sobre la creación del grupo, la necesidad de escribir sobre todas las cosas y los vinos Alceño que te puedes meter al cuerpo mientras te haces el cultureta en esta presentación fuera de cualquier margen. No hay miedo.

¿Cómo surge la idea de crear el colectivo y lo que después ha llegado a ser el libro?

Medusita Kollective es un colectivo literario que cuajó a partir de un taller llamado ‘Club de Hescritura’ que propuse en 2020, para hacer sesiones semanales por Zoom y charlar. La idea era compartir algo tan solitario como suele ser la escritura. Es raro que funcione una propuesta de este tipo, con constancia y conexión en un grupo de escritores, pero tuvimos la suerte de coincidir en cosas clave, como el respeto mutuo, el sentido del humor… (y bastante talento de los miembros, aunque está mal que yo lo diga). Sin embargo, como mucha gente iba y venía (llegaron a pasar unas 40 personas, calculo), al cabo de varios meses quisimos dar un paso más en la relación y constituimos el colectivo. Los más asiduos cerramos el grupo y nos concentramos en una obra conjunta. Todavía me encargo de coordinarlo cada lunes y dirijo un poco los encuentros.

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¿Por qué «Inténtelo de nuevo» como título?
Decidimos trabajar el tema del error (por la hache de Hescritura), ya que la premisa del Club era bajarle los humos a las pretensiones, el ego y la inseguridad clásica de la autoría y simplemente escribir, una y otra vez; intentarlo siempre, cagarla mucho. Si lo piensas, es gracioso que un club de escritura se presente así, con hache. Como diciendo: escribimos, sí, ¿bien?, no lo sabemos, ni siquiera importa demasiado, lo intentamos, seguiremos intentándolo. Los errores suelen paralizarnos, causarnos miedo, angustia, culpa y zozobra, pero aquí nos hemos ido dando cuenta de que a veces encierran verdaderas joyas y que otras ni siquiera son errores para los demás, que somos nosotros mismos los que lo vemos así.
De esta forma, en ‘Inténtelo de nuevo’ (donde por no estar, no está ni bien escrito el título en ningún momento, ni siquiera en portada), cada relato es un error, una nueva oportunidad para echarlo todo a perder, para «casi» escribir bien. Quizá así, con la práctica, se acabe puliendo el arte.
Me parece que esa es la razón de que el tono de nuestras sesiones, del grupo y de la obra, sea muy desenfadado, pero intenso (nos reímos, bebemos vino, a veces lloramos. Hemos estrechado relaciones… y uno de estos autores ha acabado siendo mi pareja, mismamente).
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¿Cómo fue el proceso de trabajo para escribir de forma colectiva?
Tenemos la suerte de que en el colectivo hay muchos talentos, aparte de la escritura. Tenemos diseñadores gráficos, copys publicitarios, actores y maravillosos locutores, directores de teatro y de cine, correctores y traductores… Así que abrimos una cuenta de IG (@medusitakollective) y nos hicimos un Patreon para financiar nuestra obra, subiendo contenido exclusivo en varias modalidades de suscripción: relatos semanales, dossiers didácticos, hasta un podcast que todavía se puede encontrar en Spotify: Ensayo y Herror, a cargo de Jordi Ciurana y Marta Soria Carro).
A la par, en las sesiones, fuimos avanzando en la concepción y ejecución de este libro desde el principio, incluida la configuración de personajes y la trama de cada relato individual, hasta llegar a la lectura final conjunta, procurando que fuera una obra variada y unida en diversos puntos. Por lo demás, lo típico: hacer cuentas, corregir, ilustrar, a imprenta… y a tus manos, con suerte.
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¿Y quiénes formáis parte de este colectivo? ¿Cuáles son vuestros intereses comunes?
Bueno, en el colectivo hay muchos tipos de personas, pero todas nos unimos en torno a las letras. Como he dicho antes, las profesiones son dispares. Algunos estamos más relacionados con eso en el trabajo, otros no tanto, pero a fin de cuentas todos y todas tenemos muchas ganas de pillar un buen libro o de construir alguna frase con sentido. A nivel personal, me da la sensación de que lo que nos une es una suerte de soledad respecto del mundo cotidiano, donde hablar de la literatura que consumes (no digamos ya la que produces) es un acto de estupidez, de pedantería o directamente un comentario que esquivar. A casi nadie le gusta leer, por mucho que la gente se haga selfies con los libros en la playa. Y a los que sí nos gusta, los que necesitamos juntar un par de palabras, pues tenemos la vocación de compartirlas, aunque lo neguemos. De hecho, coordinando las sesiones lo primero que me he encontrado ha sido esta pregunta: «¿pero puedo escuchar y no participar?». Y, al ver el tono no erudito pedante, puedo asegurar que el 99,9% han acabado hablando.

¿Funciona entonces la escritura como vía de escape?
Precisamente ese factor que nos une a los del Club es cierta distancia con respecto a la «vida real», un descontento con lo que hay que quizá se aplique a todo lector, me parece. Porque quien lee busca una vida distinta, más coherente, clara, original, sabrosa, vistosa o entretenida; y quien escribe no solo se contenta con absorberlo, sino que quiere crear algo así de refrescante. Lo importante es que el amor por las letras no congele la pulsión escritora, y esa es principalmente mi función como tirana del grupo (solo a veces).
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¿Qué encontraremos en este libro, pues?
Para empezar, lo obvio: una delicia de diseño a cargo de Manel Quílez, y también juegos dentro del propio libro (por descubrir). En cuanto a la magra, cada relato es un error, una visión conceptual sobre el mismo, un estilo diferente, una voz y un voto. Y, por debajo, creo que con esta antología se adquiere el fruto de un trabajo independiente, concienzudo y enfocado desde y hacia la pura voluntad, gozo y tortura de escribir. Nadie cobra aquí, ni lo espera, lo hacemos porque nos da la gana.
Además, todavía no nos conocemos todos en directo, y en la presentación previsiblemente se va a liar una buena (hay vino gratis cedido por la bodega Alceño, que nos gusta a nosotros, y cerveza barata. Y juegos, siempre juegos).
Esta edición del libro es limitada, así que para conseguir ejemplares la presentación es una buena oportunidad. Si no, lo hacemos al modo clásico: en envíos o en mano y con un afectuoso saludo.
"El fin del mundo", la última novela de Andrea Tovar

«El fin del mundo», la última novela de Andrea Tovar

*Todas las fotos cedidas por Medusita Kollective.