“Todavía hoy no sé si yo soy el primer hombre o el último perro en volar al espacio
(Yuri Gagarin)

Siempre me llenó de una extraña melancolía la historia de Laika.
Todo empezó con la canción de Mecano y ese estribillo tan contundente: adiós.
Ahora me dispongo a cantarle lo mismo a Bolo, nuestro labrador, mi hermano pequeño, por el cual me sustituyeron cuando me fui a estudiar fuera. Ahora bolo no puede saltar encima del sofá y esa extraña melancolía se viene a instalar estos días.
Y es que siempre hago lo mismo, me preparo para la muerte de los demás y antes de que ocurra yo ya he creado un proceso de duelo que se haya finalizando.
Luego, pasan los años, el mismo transcurrir del tiempo, y entonces echas muchísimo de menos: te das cuenta de que no has hecho apenas la digestión de nada.

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Entre 1948 y 1961, 48 perros, 15 monos y dos conejos abrieron el camino para los descubrimientos en el espacio.

El satélite con el cuerpo de Laika dio 2.370 vueltas en órbita y ardió al entrar en la atmósfera el 14 de abril de 1958. Murió antes de llegar al espacio, se le paró el corazón: la cápsula de apenas dos metros de diámetro se sobrecalentó y esta perra callejera que adiestraron para ir a las estrellas no pudo soportarlo.

Hoy por hoy me dispongo a escribir sobre el cielo de los animales: ese triste tema del que alguna vez habrá que decir algo al respecto. Por lo que hoy por hoy sólo puedo pensar en animales.

Pienso en la primera vez que vi a Copito de Nieve en el Zoo de Barcelona. Se encontraba tumbado, de espaldas a la vitrina donde todos nos agolpábamos mientras él abría y cerraba la manaza como pasatiempo, el típico de una princesa destronada rusa. Flipé bastante con las líneas de la palma de su mano. Al único gorila albino del mundo le practicaron una eutanasia un lunes 24 de noviembre de 2003 a causa de un doloroso cáncer de piel.

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Copito de nieve, toda una monada.

Tiene bastante condumio el hecho de que nosotros seamos capaces de decidir sobre cuándo van al cielo los animales, no sólo para comérnoslos sino para hacerlos descansar también. Y nosotros, de paso, con ellos.
¿Cuántas personas conocemos que han tenido que tomar esa decisión?
Cuando me enteré un año después a causa de la distancia que la Queca, la perra inseparable de mi amiga J.C. (yo la llamo así aunque a ella no le guste), se fue, sentí un gran alivio cuando su dueña me relató todas las cosas tan guays que hicieron en su último día: dos bandejas de macarrones, y un largo paseo por la playa, sin collar por supuesto.
También pienso en todos los perros que vivían en las calles de toda Grecia, bien alimentados y respetados, como si vacas sagradas de la India se tratara; se pasean transmitiendo la tranquilidad y la aceptación de quien se sabe libre y cuidado al mismo tiempo.

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Hachiko no se movió del sitio esperando hasta 1935.

Mucho tendríamos que aprender de los griegos y mucho tendríamos que aprender de muchas otras culturas en general en España a la hora de tratar y relacionarnos con los animales. Así como en Japón se le levanta una estatua a un perro que espera 9 años a su difunto dueño en la estación de tren, en España los utilizamos para celebrar nuestras fiestas, ya sea tirando cabras desde un campanario y otras salvajadas que no pienso relatar.
Un documental que habla muy bien de cómo nuestras tradiciones festivas desprenden un sadismo social que pagan los animales es Santa Fiesta, la cual se puede ver online de forma totalmente gratuita en su página web, santafiesta.es

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Cada año 60.000 animales son torturados en España, ya sea por tradiciones que en nombre de Dios. O peor todavía: por diversión.

Los animales siempre nos han enseñado mucho sobre nosotros mismos, como humanos. Como esos animales que extrañamente piensan y anhelan demasiado y (se) hacen daño.
Otra película que nos lo hace ver cruda y simbólicamente es Au Hasard Balthasar: este burrito os hará pasar las dos horas más angustiantes, para poder entender la realidad social del propio ser humano.

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Balthazar, el compañero de fatigas por excelencia.

Otro animal que vivió 30 años vendiendo entradas en el Sea World de San Diego fue Tilikum, la orca que se ganó el mote de asesina a fuerza tras acabar con la vida de varios de sus cuidadores. Blackfish es el documental que puso en el punto de mira la frágil salud mental de quien se le separa de su familia y se le anda jodiendo todo el santo día para que haga piruetas en un estanque cerrado. Finalmente Tili murió este año en cautividad, y muchos nos quedamos con las ganas de ver algún día en las noticias que Sea World ha cerrado.

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“La cosa más importante que hemos aprendido de tener ballenas en cautividad es, irónicamente, que no deben estar en cautividad”

Ahora que escribo estas cosas, de aquí, de allá, me pregunto si no he pasado el suficiente tiempo con Bolo. Si ha sido un perro feliz. Que por qué vienen y se van tan pronto.
A través de animales como Bolo, vemos nacer, crecer, reproducirse y morir. Vemos que la vida es injusta, y absurda… Con la misma intensidad que Bolo lame mis manos, puedo llegar incluso a creer que puestos en el absurdo, exista un cielo para los animales. Sería lo menos que merecen.
Mientras tanto,hasta que eso llegue, observaré su sueño mientras duerme. Bolo es mi pastor, mi labrador… Nada me falta

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“We die so the others can be born, we age so the other can be young”

Por C.r.Mariu