¡Extra, Extra! ¡Las Mitford han vuelto! Por María Velvet.
Las hermanas más polifacéticas de la aristocracia inglesa han vuelto a los corrillos literarios con la aparición del libro Las Mitford: Cartas entre seis hermanas (2017) de Charlotte Mosley, publicado recientemente por la editorial Tres Hermanas. Una selección de las cartas personales más representativas de sus vidas; a través de ellas, podremos conocer sus aspectos más íntimos, contados en primera persona.
El montaje del libro por Editorial Tres Hermanas.
La muerte de Deborah marcó el fin de una era. Desde el nacimiento de Nancy (la mayor), hace más de 100 años, esta familia ha sido un fenómeno social que ha fascinado a medio mundo. Su relación con los dictadores de los años 30, los lazos con Winston Churchil, los Kennedy, sus orígenes aristocráticos… hicieron posible que las chicas Mitford vivieran en primera fila los grandes momentos del Siglo XX.
Unity, Diana y Nancy.
El clan Mitford, es un ejemplo de la decadencia de la aristocracia británica del periodo de entreguerras. A la cabeza se encontraba David Freeman-Mitford, segundo barón Redeslade, y su esposa Sydney Bowles, hija del fundador del Vanity Fair británico. A pesar del corsé victoriano en el que nacieron, las hermanas comenzaron a rebelarse. Gracias a su cara bonita, amistades peculiares, inteligencia venenosa y ácido sentido del humor, la prensa del corazón las convirtió en las it girls del momento. El periódico The Times las presentó como una girl band: “Diana la fascista, Jessica la comunista, Unity la amante de Hitler, Nancy la novelista, Deborah la duquesa y Pamela la discreta experta en aves de corral”.
Nancy, a través de las novelas A la caza del amor (1945) y Amor en clima frío (1949), y Jessica en su biografía Nobles y rebeldes (1960), avivaron el mito en torno a su familia.
Diana, la fascista (1920-2003)
La guapa, se casó con el heredero Bryon Water Guinness, al que abandonó por el amor de su vida, el líder fascista Oswald Mosley. La peculiar pareja se casó en la casa del ministro de propaganda alemán Joseph Goebbels, con la presencia de Hitler como invitado de honor. Años más tarde pasarían juntos cuatro años en la cárcel debido a su simpatía por los nazis. Su hermana Nancy fue una de las culpables con su doble denuncia.
Al igual que sus hermanas, escribió una autobiografía: A Life of Contrast´s (1977). Pero a diferencia de ellas, apenas hablaba de su familia, se centró más en Mosley y el panorama político europeo de antes de la guerra.
Unity, la amante de Hitler (1914-1948).
También conocida como la Valkiria, se quedó prendada de Mosley, el amante de su hermana, y se unió al movimiento fascista.
Con la excusa de aprender alemán se mudó a Múnich; quería conocer a su gran ídolo Adolf Hitler. Consiguió su cometido acosándolo diariamente cual gruopie en el restaurante donde solía comer. El día que Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania, Unity se pegó un tiro en la cabeza con la pistola que le había regalado Adolf. No murió, lo haría años después, debido a las secuelas.
Jessica, la comunista (1917-1996).
Fue la rebelde en una familia de camisas negras. A los 19 años huyó con su primo Esmond Romilly, sobrino de Winston Churchill, a España para luchar en la Guerra Civil con las Brigadas Internacionales. Mientras su hermana la apodó “Comunista de salón”, su padre la desheredó por roja.
La pareja se mudó a EE.UU. y Esmond murió en la segunda Guerra Mundial. Jessica se volvió a casar con un abogado judío y se afilió al partido comunista.
Activista por los derechos civiles, pionera en el género periodista-activista. Siendo el más conocido de sus trabajos “Muerte a la americana: El negocio de la pompa fúnebre en Estados Unidos” (1963).
Nancy, la novelista (1904-1973).
La hermana mayor, nunca llevó bien no ser hija única y empezó a pulir esa lengua viperina que tanto la caracterizó. La visión de su padre sobre la educación hizo que solo estudiara francés y música. Su formación académica fue autodidacta.
Se casó con el mujeriego Peter Rodd y comenzó a publicar artículos en las revistas The Lady y Vanity Fair. Con ellos llegaron sus primeras novelas en las que retrataba a la alta sociedad británica, ganando enemigos y dinero a partes iguales.
Tras la guerra se trasladó a París a la caza de su nuevo amor no correspondido: el coronel Polowski, mano derecha del general De Gaulle. Allí escribió sus novelas más famosas: La bendición (1951) y No se lo digas a Alfredo (1960), y sus famosos ensayos Noblesse Obligue sobre lo más cool entre los esnobs aristócratas.
Deborah, la duquesa (1920-2014).
La pequeña, fue sin duda el nexo de unión de las hermanas en los últimos años de vida. Se casó con el Duque de Devonshire en 1941 y sus familias se unieron con los Kennedy cuando Kathleen y Billy Cavendish se casaron. Fue Dama de la Real Orden Victoriana y la última en fallecer.
Pamela, la rural (1907-1994).
Se casó con el científico y rico heredero Derek Jackson. Recorrió sola toda Europa en su coche y fue la primera mujer en volar en un avión transatlántico comercial. Su pasión por la aventura, el amor por su hogar, la huerta y sus animales, hacían de ella la hermana más discreta.
Cuando se divorció, se fue a vivir al campo con su amiga Giuditta Tommasi; por eso su hermana Jessica empezó a llamarla “You-Know-What-bian” (las-ya-tu-sabes).
Las hermanas.
Cada una de las Chicas Mitford es, sociológicamente hablando, una rara avis de su tiempo. Hay muchas teorías sobre el origen de su pluralidad política, todas ligadas directamente con el momento histórico en el que vivieron. No hay duda: si hubieran vivido en nuestra época, la historia hubiera sido muy diferente. Como dijo el poeta londinense John Betjeman: “yo las amo por sus pecados”. Y es por ellos por lo que la mitfordmanía continúa.
Por María Velvet