Todas en algún momento escuchamos hablar de Lucía Berlin. Y si no, para eso escribimos este post.

Lucia Berlin (Alaska 1934- Los Ángeles 2004)  fue una mujer, una escritora y muchas cosas más. Su vida fue un tanto peculiar. Alcohol, cuatro hijos, enfermedades, mudanzas, diversos trabajos y maridos. Tanto es así que el éxito literario le llegó tras su muerte, gracias al empeño de un grupo de admiradores y escritores locos (Stephen Emerson, entre otros) por ella.

Lucía tenía el don. El don de saber hacer con todo ese amasijo de experiencias y recuerdos, relatos maravillosos. Relatos que quizá no traten más que de niñas en colegios, o de sueños frustrados, o de encuentros azarosos, pero que traspasan el papel y se quedan en el lector para siempre. Su prosa es frágil, etérea, llena de contrastes, de situaciones de ternura y de dolor, de miedos. De humanidad.

Collage por Lady Chaparro

Collage por Lady Chaparro

Leer a Lucia es viajar a otras épocas, ciudades (Oakland, Ciudad de México, Santiago de Chile, Idaho…), ser el observador de muchas vidas distintas, abrir un agujerito en la pared y ver qué le sucede a un indio en una lavandería de Alburquerque, o a un dentista en su propia consulta. Es sentir desde dentro el terrible deseo de ser monja de una Lucia niña y vulnerable.

En «Manual para mujeres de la limpieza» (Alfaguara, 2015), Lucia ahonda en sus experiencias y canaliza toda su habilidad para mostrar un relato limpio, conciso, que va donde duele o donde deja de doler. Palabras que curan. Palabras bien puestas, que no es fácil.

Pic: festival EÑE

Pic: festival EÑE

Así define su escritura su amiga Lydia Davis (escritora también) : «Las historias de Lucia Berlin son eléctricas, vibran y chisporrotean como unos cables pelados al tocarse».

Lydia da en el clavo. Quizá por eso nos guste tanto Lucia. Porque es pura electricidad, y ¿qué mejor que la literatura potente y hechizante? Sentir la desazón de nuestras existencias finitas, y a la vez la gloria de estar vivos. Descripciones precisas, originales, analizar el mundo con ansia. Eso es lo que hace Lucia.

Y si encima eres una escritora en ciernes, si has descubierto que te gusta dotar de palabras tu realidad, leer a Lucia será una fuente de inspiración. Te enseñará que hay literatura en lo más nimio, en lo más recóndito. Verás cómo se pueden narrar vidas de amores lejanos con muy poco, y cómo de innecesarias son las ataduras en esto de contar historias. No es fácil. Ya te hemos dicho que Lucia tenía el don, pero lo que no hizo fue dejar de escribir, no lo hagas tú tampoco.

Felma.org

Felma.org

Pero nada de lo que aquí digamos, ninguno de nuestros intentos por dejar clara la escritura prodigiosa de Lucia, serán suficientes. Debéis leerla si queréis compartir lo aquí expuesto. Tendréis que aventuraros a la librería más cercana y buscar algún ejemplar (por desgracia pocos) de esta tan admirada autora. Atrévete. Ella lo haría. Y luego seguro que querrás regalarlo a todas las mujeres de tu vida. Quizá porque cuando Lucia entra en tu mesilla de noche, se convierte en eso: en una de las mujeres de tu vida.

Porque leer a Lucia es tener esperanza, y recordar para siempre aquellos bonetes azules.

 

Por Marina Castilla @marinapmc21 (twitter)

Marina Castilla (Moratalla, 1998), nació leyendo y tomando notas de su realidad. Ahora quiere pasarlas todas a limpio.