Comenzamos el año en nuestro Club de Lectura Feminista de La Tribu con un libro que más que literatura es pura simbología, «Tea Rooms: mujeres obreras», de Luisa Carnés. Esta es la historia la de esas mujeres que aún dejando huella en el contexto cultural de su época fueron borradas de libros de texto e historia y por lo tanto, nunca existieron. Luisa Carnés es una de las máximas representantes de la Generación del 27 y brillante autora del grupo de las Sinsombrero, aquellas mujeres, aquellas pensadoras que crearon sus mejores obras entre los años 1898 y 1914 y que ahora tratamos, entre todas, de poner en valía. Si nunca lo conseguimos, al menos contamos con ellas en nuestro pequeño aquelarre del último jueves de cada mes, donde juntas, reivindicamos nuestro lugar propio a través de la literatura. A quienes nos seguís desde el club o fuera de él, esto es obra de todos.

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Carnés nace en Madrid en 1905 y muere en México, en un accidente de coche, en 1964. Activa en la escritura toda su vida, influida por los rusos  Dostoyevski y Tolstoi y la novela popular, comienza a publicar bajo el seudónimo de Clarita Montes. Cultivó la novela (Peregrinos del calvario (1928)) y el teatro (Cumpleaños (1966) y Los vendedores de miedo (1966)), pero su obra más completa es sin duda este «Tea Rooms: mujeres obreras», un libro con enfoque de reportaje de época que se considera la novela social más importante de la preguerra española.

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También su ideología salpica este libro. Luisa Carnés era activista del PCE, apoyo de Clara Campoamor y denunció repetidamente el papel secundario de la mujer en la sociedad y la política. De forma claramente panfletaria, para bien y para mal, utiliza la autora a su «Tea Rooms», de forma que identificarse con la sufrida Matilde, la joven trabajadora del café de Sol y las miseras laborales que vive, nos quede bastante cercana. Sin duda, un retrato necesario de otra realidad más cercana que lejana.

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«También como los autores del 27, en Carnés se percibe cierta influencia cinéfila que cuaja en una crítica —alienación de las obreras fascinadas por los actores que van al Tea Room— y un procedimiento: la cámara congela con rapidez opresiva al hombre travestido, la mantenida por un viejo, la encargada, la adaptable Antonia, la beatona, Marta y sus hurtos, Laurita y su ingenuidad de novela que la convertirá en carnero sacrificial… Poliedro dramático de mujeres que tienen todas las de perder. Las cosas terribles suceden con la naturalidad con la que suceden las cosas terribles en las sociedades inhumanas: abortos practicados con la varilla de un paraguas roñoso, mujeres prostituidas, obreros muertos, despidos… Tea Rooms se cierra con un interrogante: “¿Cuándo será oída su voz?”. Carnés se refiere a la emanci­pación proletaria.» (crítica de Marta Sanz en El País, 29/9/2016). Esa voz por escuchar también sería la del levantamiento femenino. Gritando nos hallamos.