Cerrar un círculo. Hace casi tres años este blog se abría en formato (aún más) cutre, con dos líneas y sin tener muy claro su camino. Pero sí que había emociones, sensaciones, que se solidificaban en estados de ánimo moldeados por canciones. En una de ellas sonaba una voz casi molesta, un punteo perturbador y un cántico mesiánico que te exigía moverte: Ruperto, ¡sal a bailar!, pedían a gritos. Trepàt entraba en nuestras vidas como la nueva esperanza del pop-rock nacional y ese fue nuestro primer post. Eran esos gemidos los que nos atrapaban, pero también los personajes que los provocaban, una banda de chicas aupando al cantante, todo carisma, como un conjunto perfecto. Parte de ese hechizo venía de su guitarrista: ese sonido emanaba una sensibilidad especial, patente cuando por fin los vimos en directo. La banda era una bomba, y Miriam Cobo, su guitarra, un puto detonador. Hoy hablamos con ella, una de las piezas indispensables del panorama musical de la nueva generación, en una entrevista en la que no podemos añadir más de lo que ella describe con absoluto amor por la música y el arte.

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Foto de Jose Antonio Albornoz.

Miriam Cobo, natural de Roquetas de Mar (Almería), es producto y consecuencia de su entorno, de Las Marinas, de una Andalucía noventera y una familia enganchada a la música que sin saberlo estaba marcando un camino. «Desde chica he escuchado mucha música en casa pero donde realmente la recuerdo es en el coche, en mis continuos viajes por el Poniente almeriense y Las Alpujarras. Ahora que lo pienso y visualizo la estampa, comprendo por qué quedaron grabados esos momentos en mi cabeza (yo, ahí, pegada al asiento trasero de cuero mirando por la ventana los psicodélicos atardeceres de esta tierra) mientras sonaba el Darkside de Pink Floyd, el Brothers in arms de Dire Strait, algún otro de la Creedence y cualquier cinta de Triana, Santana, Sabina o El último de la fila. Son discos que los tengo grabados a fuego, que me hacen viajar al pasado y que de algún modo viven en mi, por culpa de mis padres«. La semilla (¡y qué semilla!) estaba plantada y solo le quedaba pasarse «al otro bando». Los primeros pinitos surgieron en el instituto imitando a King Crimson, Led Zeppelin, Doors o Nirvana. Y de repente, los géneros establecidos se quedan cortos y salta una chispa. «Fue en la universidad donde mi curiosidad se fue expandiendo y se alimentó de la inquietud de lxs amigxs mágicxs que iba encontrando. Tocábamos entre amigxs, hasta que un día Juanlu me llamó para formar parte de Trepàt». Cobo había saltado al directo, ese que nos dejó hechizadas la primera vez que la vimos pisar el escenario: una figura mayúscula soldada a su guitarra, curvada sobre ella para hacerse una, protegida por una cabellera akeliárrica que destaca aún más ese aura, elegante y potente, que la hace ya una de las músicas con más actitud del país.

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En el Dreamboat de Roquetas de Mar con Monte Terror.

Y en el principio, fue Trepàt. Ellos son en la actualidad uno de los grandes nombres del pop-alternativo-rock-lowcore nacional. ¿Te cuesta meterlos en una sola caja? Eso es lo que los hace especiales: a pesar de haber conseguido un éxito casi mainstream reconocido en los primeros nombres de festivales y salas y con una legión de seguidores que no para de crecer, han logrado no sobrepasar la frontera del aburrimiento indie al que nos tienen sometidos la nueva horda de grupos izaliescos. Sus letras, su actitud, su diversión y perversión les hace diferentes. A la propia Cobo se le hace difícil explicarlo. «Quizás Trepàt tenga un sonido que evoque un carácter y puede que eso sea lo que atraiga a la gente a escucharnos«. De la ruptura con lo establecido nació esa necesidad de crear la banda. «Juanlu componía canciones y quería tocarlas con una banda, así que la formamos. Lo primordial en los inicios de Trepàt era tocar, explorar sonidos, comunicarnos de una forma que nunca antes habíamos hecho y por supuesto producir algo nuevo que fuese tan fresco como original. También queríamos romper en cierto modo con esa etiqueta del sonido “Indie-Pop Granadino”, incorporar más dramatismo a las canciones, dinamismo en las estructuras y pasión en la interpretación«. Después de algunos cambios en la formación inicial (Mari Carmen con su mágico oboe fue una de nuestras primeras daregirls), son Sola (batería), Juan Luis (voz y guitarra), Daniel (teclado, sintetizador), Patricia (bajo) y la propia Cobo a la guitarra los que les toca defender su último trabajo, «El amor está en la tierra» (2015) y el futuro de una banda que no piensa conformarse.

Justo cuando Trepàt comienza a ocupar los primeros puestos, Cobo salta su querida rayuela una casilla más lejos. El sonido se oscurece más todavía, se retuercen los riffs, hay más ruido, más experimentación, más electricidad. Llega Monte Terror. «A los pocos meses de formar Trepàt, Manolo y Juan (MT) vinieron a uno de los primeros conciertos de la banda y ahí fue donde me liaron, tras el concierto me pidieron la mano (jaja). Lo especial de este proyecto es el tiempo que se le ha dedicado a fraguar los temas en la intimidad de los ensayos (como 3 años) hasta que nos decidimos a llevarlos al directo. Esta experiencia ha sido el proceso de búsqueda de un sonido (como concepto) que inicialmente creo sólo estaba bien definido en la cabeza de Manolo (o en su imaginario de canciones) y al que hemos llegado gracias al trabajo, la afinidad de influencias musicales y la motivación de seguir produciendo temas nuevos (explorando en el ruido, el shoegaze y el Pop lamentable)«. El resultado se materializó en el EP «Venga mi muerte» del cual se acaba de presentar este mismo mes nuevo single y videoclip, «Muera Maura». Manolo (Guitarra, Voz), Juanjo (Batería), Juan (Bajo), Dani (Sintetizador) y de nuevo Cobo a la guitarra y con más protagonismo en las voces están haciendo crecer a Monte Terror a través de potentes directos y un estilo ya propio. «”Venga mi muerte” tuvo la suerte de quedar eternizado en El Refugio Antiaéreo (donde se fraguaron tantas canciones que nos partieron el corazón una y mil veces) por Jaime Beltrán (Pájaro Jack) como resultado del trabajo de nuevos temas, una tormenta de conciertos y nuestro paso como finalistas por el concurso de maquetas de bandas emergentes de Sala Planta Baja de Granada. Por supuesto la publicación de este Ep no habría sido posible sin el cariñoso trabajo de “Grabaciones a montones”, sello ha inyectado un buen chute de energía al grupo. Sobre la puesta en escena creo que estamos cada vez más cerca de conseguir que el público nos identifique con ese sonido “Monte Terror”, trabajando las voces y las ambientaciones sonoras al igual que los ritmos que dan cuerpo a los temas (saliéndonos un poco de la batería simple y monótona que suele acompañar al pop). Los temas nuevos tienen mucha fuerza y son como un disparo, ya veréis

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Ilustración de  Pablo Foruria.

Compaginar proyectos y mantener la cordura en el universo en el que se mueven las dos bandas de Cobo requiere mucho más que simple disciplina. A veces, hay que perder la razón por lo que te apasiona, y eso es lo que nos parece dilucidar en las palabras de la guitarrista. «La verdad es que me emociona la gente común que tiene esa necesidad innata de crear y alterar el medio en que viven transformándolo en algo más bello, conozco a muchxs que no son famosxs, que están entre nosotros, sobreviven y gracias a ellxs la vida es más bonita. Hace poco vi un documental sobre la obra y vida de Violeta Parra, esa hiperactividad creativa me abruma, no sólo hizo canciones preciosas… fue algo extraordinario y solo vivió 50 años. Se me viene a la cabeza también Patti Smith, cómo la literatura está impregnada en su obra. También admiro a figuras como la de Corcovado tan cerca siempre de la experimentación, la poesía, o performance. Está claro que la música bebe de todas esas fuentes de inspiración, aunque no podría definir cómo me afectan a la hora de componer. Gracias a tu pregunta estoy recordando muchas personalidades que me han marcado, ¡muchísimas! Lou Reed, Nick Cave, Pj Harvey, Bowie, Beth Gibbons, Thom Yorke… o bandas preferidas que puedo estar un día entero escuchando (Yo la tengo, Electrelane, Galaxie 500, Low). Está todo ahí en el subconsciente. Al igual que el cine, la música es capaz de crear paisajes por los que (casi) puedes pasear. De trabajos más o menos emergentes y cercanos me sorprenden propuestas súper dinámicas como por ejemplo la de “Las flores no lloran” en eterno proceso de creación, los proyectos de Yanara Espinosa (Violeta Vil, Papaya) o el talento de Silvia Pérez Cruz, la genialidad de El niño de Elche, los últimos trabajos de Tulsa (como la bso) o las composiciones de Marina Gallardo, aquello que hizo Santiago Latorre, la evolución de Pumuky o El columpio asesino, la tenebrosidad incansable de Guadalupe Plata, o la hiperactividad de amigos como Copa Turbo o Hölograma. Por otro lado sonidos como el de Earth, Mount Eerie, Ô Paon o Anna Von Hausswolf me fascinan, y una música más lejana que me tiene atrapada últimamente es la de Maryan Emahoy Tsegué, una monja etíope de 90 años que suena como debe de sonar algo divino.» ¿Se os ocurre cómo cortar tamaño manifesto? ¿Qué más podríamos añadir nosotras? Pues que a todo, SÍ.

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Foto de Jose Antonio Albornoz.

Y si las influencias son importantes, la oportunidad de alimentarte de y con otros creadores debería ser prioridad. Cobo reconoce esa necesidad y en ambas bandas han optado por dejarse enriquecer por amigos y artistas. «Con Trepàt un tiempo estuvimos jugando a crear un sitio donde las voces del amigo José Daniel Campos en su estudio del flamenco se encontraran con los sonidos que íbamos explorando con nuestros instrumentos. De aquello salió un espectáculo muy especial “Antojos negros con José Daniel Campos” que preparamos para el aniversario del nacimiento del artista granadino José Guerrero (1914-1991) y la inauguración de su obra “La presencia del negro”. Este show fue un diálogo experimental entre Pepeda y la banda, por lo que colocando al público entre ambos la conversación cobraba sentido. Los emisores daban paso al ruido dinamizando las cabezas de los asistentes. «Antojos negros» se basó en palabras del pintor enredadas a nuestras canciones más oscuras y los cánticos casi ancestrales, como grito, como llanto, como desasosiego loopeado (representando lo negro de la época que retrataba Guerrero). Me encantaría retomar esta curiosa exploración que juega saliendo de las líneas herméticas del estilo, que se convierte en otra cosa que ni si quiera se si es música pero que es capaz de evocar emociones muy fuertes y compartirlas. Quién sabe en un futuro«. También han experimentado en compañía de Pablo Foruria para Monte Terror, artista plástico que «ha interpretado y pintado la atmósfera a la que sonamos, creando personajes figurativos y también diluidos» tanto en sus formatos físicos como en visuales, y con el que llevan a cabo el proyecto «Pistola Vieja». «El formato se basa en exposición de la obra creada por Pablo para nuestra música y un concierto íntimo de Monte Terror, con las canciones casi desnudas, donde la comunión entre nuestra música y sus pinturas tuviera lugar en distintos espacios como museos o salas«.

Sobre esas colaboraciones se declara «abierta a propuestas», aunque no tenemos ni idea de cómo consigue extraer el tiempo de los cortos días. ¿Será cosa de actitud? «Me interesa mucho la gestión cultural como herramienta generadora de espacios donde ocurran cosas que desarrollen la creatividad y rompan lo cotidiano. A partir de ahí se me ocurren millones de ideas, proyectos secretos que no puedo desvelar (jeje). Me apetece muchísimo (necesito) adentrarme en el universo de la producción musical para dar forma a fragmentos-intentos de canciones que me acompañan desde hace años. Con las dos bandas se avecina actividad, tiempo de arenas movedizas, horas de local ensayo, muchos conciertos y momentos de detenerse a mirarse hacia adentro. Nuevas canciones, nuevos sonidos, ya pensando en próximos discos.» En tiempos de martirios, de torturas en los bares, ruidicos y tiburones, las arenas que nos traguen envueltos en los sonidos que nos guíe Cobo, punteando su guitarra como en Hamelín, bien nos pueden llevar al lado oscuro. Este fin de semana 1 de octubre, dentro del festival Ruidismo de Bullas, Monte Terror y Miriam Cobo en estado puro.

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*Foto de portada: María del Mar Domínguez.