Semana especial para los amantes de las letras, y es que si bien sabemos de sobra que toda conmemoración de eventos encierra detrás un pacto de consumo capitalista en más o menos medida, esta vez vamos a dejarnos llevar por la celebración del Día del Libro el próximo 23 de abril porque, joder, hacen falta más ocasiones en las que tener la excusa de sumergirse entre libros.

Por eso hoy la música salpica a las letras y al revés. Desde que se publicara este pasado otoño «Hunger Makes me a Modern Girl«, las memorias de la guitarrista de Sleater-Kinney, Carrie Brownstein no habíamos dado cuenta de ello, y esta semana es una ocasión perfecta. Atentos a los que lleváis el «Please kill me» como biblia de mano porque este libro se aleja de esa espiral de batallitas chungas de descontrol, sexo, drogas e Iggy Pop hecho pedazos en la puerta de algún tugurio. Aquí tenemos algo más personal, más profundo: vamos a conocer a la verdadera Brownstein, o quizá no tanto, pero lo cierto es que se nota el ejercicio de terapia personal que esta obra le ha ofrecido a la guitarrista, y el lector lo agradecerá.

Porque todo el libro está impregnado de honestidad, sin poses. Descubrimos a la Brownstein más ambiciosa, la que ha sido criticada por pedir más, y también a la chica que sufrió anorexia y depresión tras la separación de sus padres. Además la artista habla de los famosos 90, los que ella vivió: fue la época del grunge y sobre todo, del movimiento riot grrrl, y de una banda que la cambió para siempre, Bikini Kill. La formación de Katheleen Hanna le dió la vuelta a su mundo y la ayudó a seguir adelante ante la soledad y las adversidades, insuflándole la fuerza suficiente para formar su propia banda, Sleater Kinney, que la convertiría a ella también en un mito.

Brownstein, que sigue reinventándose después de la vuelta de su mítica banda con el nuevo disco «No cities to love» también triunfa con su seria chanantesca Portlandia. Pero el sentimiento que la guitarrista exhibe en sus memorias es algo más que la descripción de una idílica vida de estrella del rock. Su fragilidad conmueve y remueve a la vez: «En las escenas punk de las que veníamos, la honestidad era algo equivalente, o más valioso, que el aspecto artístico (…) Me golpeé en la cara. Una y otra vez (…) Vi al enemigo y el enemigo era yo. Quería destruirlo. ¡Pow! No lo podía evitar. Eres un puto fraude. Estaba en el ring conmigo misma. Aquí está tu miedo. Punch. Aquí está tu rabia. Aquí está cada malestar que has conocido. Slap.» Y por supuesto, también muestra su visión sobre el feminismo. «“Hay maneras de ser ambiciosa que no están solo relacionada al materialismo o el neoliberalismo, sino que tiene que ver con tus objetivos y con tus aptitudes y donde quieres situarlas. Es posible también a veces ser contradictorio, las personas lo somos y hay una conversación interesante alrededor de ello. Lo que sí sé es que soy muy sensible a cómo las mujeres que van a por ello son constantemente criticadas de una manera que no sucedería jamás si fueran hombres y soy un poco alérgica a esto”. Parece que ya tenemos nueva biblia que apostillar en la mesilla.