Eimi (o Amy) Yamada (1959) debe estar descojonándose con todo el temita de 50 Sombras de Grey. No porque ella hubiera podido escribir algo más guarro, que también, sino porque hace 30 años se metió en la cama de medio Japón con «Bedtime Eyes» y la lió mucho, muchísimo, en una sociedad donde solo mirarse largamente podía traerte problemas.

Natural de Tokyo, fue a través de sus contactos en la universidad con amantes de la música soul negra que Yamada empezó a interesarse por esa cultura, tan distinta de la suya, y que terminaría por impregnar toda su obra. Fue su primera novela, esta «Bedtime Eyes«, la que le consiguió el Bungei Prize: narraba la historia de amor, sexo, sadomasoquista, violencia y choques culturales entre un hombre afroamericano y una mujer japonesa, un relato completamente rompedor para su época y que todavía hoy le vale la etiqueta de «autora controvertida» en las editoriales japonesas.

El éxito la llevó a enarbolar la lista de autoras de la Generación X en su país, que sería definitivo con «Trash«, la recopilación de este relato junto a «The piano player’s fingers» y «Jesse». También tocaría la fibra sensible nipona con su trilogía sobre el bullying y la difícil vida escolar con «Classroom for the Abandoned Dead», «Afterschool Music» y  «I Can’t Study».

Si bien su narrativa hoy nos puede parecer poco sofisticada, hay que tener en cuenta el contexto en el que «Bedtime Eyes» y el resto de sus novelas se publicaron, todas en una sociedad en la que el rol femenino no podía plantearse pasajes como la huida de la represión interior o la pasión febril en un nightclub. Yamada sigue escribiendo y es autora de otro interesante volumen, «Inside the other short fiction: Japanese Women by Japanese Women».