Caitlin Moran parece que está de vuelta de todo: de que los machistas la llamen feminista -como un insulto- , de que las feministas la llamen traidora, de que los intelectuales la llamen racista por defender a Lena Dunham y su polémica con el «novio negro» de la segunda temporada de Girls, de que los críticos musicales la llamen fracasada y las editoriales quieran hacerse de oro con sus políticamente incorrectos pensamientos, siempre para bien o mal, dichos en voz alta.
Moran es periodista y escritora. Británica nacida en 1975, escribió su primera novela a los 15 años y trabajó para la TV, el Times y diversas publicaciones musicales. Siempre en primera línea del artisteo musical, vivió de cerca la época dorada del brit pop (podemos resumirlo en una de las anécdotas que cuenta para la Rolling Stones, en la que Graham Coxton termina mordiéndole el culo). Pero ha sido con su libro de 2013, «Cómo ser mujer» (editado en España por Anagrama) cuando ha pasado a ser conocida mundialmente y ha obtenido el Galaxy National Book Award, vendiendo más de 400.000 ejemplares del mismo.
¿Qué tiene de especial este libro? Descaradamente nada. O al menos nada que no hayas oído antes en tu pandilla de amigas, en una cena con tus hermanas, o incluso en un momento de intimidad con tu madre. Para bien y para mal, es el relato en primera persona de un falso libro de autoayuda en el que se filosofa sobre «grandes temas» de la feminidad y el conflicto diario del «ser mujer», si es que eso existe. Desde el aborto y la maternidad a la menstruación y la depilación, pasando por la teoría feminista más pura y los clichés más bajunos, Moran ha sabido mezclar con un humor que muchos no han entendido el laberinto mental que supone, dicho de forma tan grandilocuente, ser mujer.
Hay provocación y una particular visión del feminismo a lo largo de la historia, pero también divertimento y en todo caso, un relato desde un punto de vista que no deja indiferente. La arrolladora personalidad de Moran impregna la historia situándose ella misma como epicentro de complejos y superación, pero también como broma y automofa. No se puede extrapolar estos sentimientos e ideas a todas las mujeres, por supuesto, pero queda como un cuento esperpéntico y divertido de quien dijo criarse entre los roles femeninos de Margaret Thatcher y Courtney Love. Demasiado bien salió.