Paloma Chamorro es el verdadero símbolo underground de La Movida. Ella, que se consagró como la mejor cronista cultural de nuestro país, se definía como una “filósofa de la acción”. La presentadora dirigió varios programas en televisión sobre arte en los años 70 y 80 (‘Galería, ‘Trazos’, ‘Imágenes’, ‘La Estación de Perpígnan’ o ‘La Realidad inventada’), acercando la cultura más contemporánea a una sociedad temerosa, que aún intentaba reponerse de los años de la dictadura. Brochazos de libertad y valentía para empoderar a una generación que empezaba a vivir sin miedo. Hace unas semanas, en ‘Imprescindibles’ de TVE, se le rindió un merecido homenaje con el documental ‘Icónica Chamorro’. ¡Ya era hora!

44350

Paloma Chamorro en La edad de oro

Esta madrileña enigmática, admiradora confesa de Warhol, miraba constantemente (y sin esconderse) hacia la Nueva York más vanguardista; lo que la impulsó a hacer de su casa y su vida una Factory a la española, consiguiendo entrevistar a grandes celebridades como Joan Miró, Salvador Dalí o Roy Lichtenstein. Pero fue con su programa más transgresor, ‘La Edad de Oro’, con el que alcanzaría sus cotas más altas de popularidad. A raíz de ver a los Ramones haciendo playback en el programa ‘Aplauso’, decidió crear un espacio con música en directo e identidad propia. Así conquistó a la élite emergente: mirando de tú a tú a artistas como Lou Reed, Tom Verlaine, Marc Almond, John Cale o Echo &TheBunnymen.

LREKMHSAGLFNDXGYSY2CZXKJF4

De diva modernista a icono queer, ella dirigió la escena durante mucho tiempo; como ese creador que moldea su obra sin rendir cuentas a nadie. A este país le encanta ensalzar a personas para luego cortarles la cabeza y da rabia que nunca se le haya dado el reconocimiento que merece. Su actitud reivindicativa y de libre pensadora la llevó a ser desterrada de la televisión: “cuando no te dejan hacer lo que quieres es una forma de invitarte a abandonarlo”. Llegando a ser sustituida por Alaska (una punki-niña bien), cuyo perfil bajo siempre ha sido más manipulable. Me encantaría vivir en la Calle Paloma Chamorro; que la he buscado y no existe. Algo que no entiendo, con la cantidad de tontos que tienen la suya. ¡Arde, Madrid!

Por María Velvet