Las vacaciones nunca son suficientes vacaciones si tu objetivo principal, procrastinador y del primerísimo mundo, era leer esos montones de libros que se van atrasando durante el año por la falta de tiempo. Visualizar ahora nuestros culos aterrizados en la arena devorando lecturas sin mirar el reloj nos retrotrae una congoja que ya quisiera el final del Diario de Noah. No hay drama posible: este verano hemos estado acompañadas por Siri Hustvedt, Mercè Rodoreda, Joyce Johnson, Edna O’Brian o Cristina Morales (ellas, su literatura, sus personajes femeninos, desgarrados, rotos, a veces un poco guarros) y eso que nos llevamos. Pero en verano también nos gusta descubrir otros rincones: centros sociales donde la actividad cultural no entiende de siglas ni temporadas, festivales autogestionados sorprendentes o la esencia de las capitales tomadas por la plaga -nosotras también- turista: las librerías. Las librerías independientes se mantienen como mágicos entes entre las franquicias y grandes grupos como una ensoñación que nos hace temer cada vez que las pisamos, por su supervivencia. Al fondo suele encontrarse una persona casi invisible, y siempre nos preguntamos cómo hay que estar de chalada para llevar adelante un negocio -seguramente casi siempre- ruinoso al que hasta las modernos concienciadas solemos joder cada vez que clicamos en Amazon. Este es hoy un pequeño homenaje a algunas de las librerías que hemos conocido durante los últimos años, luchadores locales donde olvidar mirar la hora de cierre es el mayor de los gustazos. Las librerías han sido una obligación para nuestro verano. Mucho nos tememos que el resto del año, la obsesión continúa.
LISBOA. Livraria Ler Devagar (Rua Rodrigues Faria, 103): ¿Cómo es posible que una de las librerías más bonitas que existen esté en la impostada comunidad hipster de la LX Factory? Escapando del bullicio de Lisboa más más céntrica se levanta esta zona llena de restaurantes y tiendas de souvenirs (eso sí, algo alternativos) y como una perla, esta librería que hace de sus escaleras metálicas y su disposición de estanterías un aspecto original y muy de cuento.
¿Lo mejor? En su interior alberga una antigua imprenta y se realizan talleres y actividades pararelas. También, cómo no, hay un bar.
Lisboa tiene bonus track, pues además allí se encuentra la Librería Bertrand, la más antigua del mundo (suerte si puedes hojear algún libro entre las hordas de turistas) o la librería de Simão , la más pequeña del mundo, con cuatro m2 y más de 3000 libros, todos de segunda mano, en uno de los rincones más encantadores de la ciudad, las Escadinhas de São Cristovão, donde también encontrarás el famoso mural de la Asociación de Vecinos con María Severa al frente.
NUEVA YORK. Bluestockings. (172 Allen Street) : Un auténtico descubrimiento en una de las zonas más sorprendentes de la ciudad. Este local es mucho más que una librería: además de una catálogo insuperable de estudios de género, racismo, capitalismo, cambio climático o política, hacen teatro, presentaciones y casi es un centro social donde el más outcast puede pasar la tarde con un café. Hace un par de años los socios y vecinos evitaron su cierre con un crowdfounding ante la amenaza de cierre por la subida de los alquileres y la gentrificación.
¿Lo mejor? La sección de fanzines (¡allí compramos nuestro primer ejemplar de Sisterhood, manda narices!) y la sensación de comunidad entre locales y visitantes.
EDIMBURGO. Lighthouse Radical Bookstore. (43-45 West Nicolson Street): Ya lo dice su nombre: poca broma con esta librería y los libros que contiene. Aquí encontrarás toda clase de lecturas que ni en sueños verías en la Fnac. Especialistas en LGTBI+ y política, flipamos con su sección anarquista y el destacado de la semana sobre nacionalismo catalán. Escondida entre tiendas de horrorosos souvenirs, esta coqueta librería realiza además actividades pararelas, como el desfile que este año organizaron para el barrio en el 8 de Marzo.
¿Lo mejor? Aún a riesgo de repetirnos, otra vez la sección de fanzines, algo que echamos en falta en algunas librerías españolas. Aquí había un céntrico lugar dedicado a los mismos, desde internacionales a locales, mejor editados o cuatro folios garabateados, la importancia se la dará la freak interesada en estos objetos, a nuestro ver, de coleccionista.
SAN FRANCISCO. City Lights Books. (261 Columbus Av) : Aunque ya tenga poco de desconocida, tenemos que pararnos en todo un símbolo para la literatura americana y mundial, la librería que fue parte de la escena beatnik durante los años 50 y 60 y que a día de hoy no ha perdido un ápice de autenticidad y calidad. Especialista en arte y política siempre desde una perspectiva progresista, su organización sin ánimo de lucro se dedica a publicar artistas locales sin recursos para ello.
¿Lo mejor? El viaje en el tiempo que supone recorrer las paredes que albergaron a Kerouac y los suyos. Además, no muy lejos se encuentra el Museo de la Beat Generation, donde se puede observar un curioso legado de un particular y se comprueba el lugar que quedó para las autoras en este -bastante machista- movimiento literario: una pequeña sección de artistas que poco a poco (y gracias a libros como «Personajes Secundarios» de Joyce Johnson) van reivindicando su sitio en la historia.
DUBLIN. The Windind Stair. (40 Ormond Lower Quay). Casi escondida tras el restaurante que ha ocupado su planta superior, esta pequeña librería mantiene la esencia irlandesa más auténtica: muchos clásicos y mucha literatura nacional en un espacio reducido y vetusto dirigido con hospitalidad supina. Un pequeño placer en pleno centro de la ciudad.
¿Lo mejor? Su sección feminista, con una trabajada, aún escasa, selección de autoras nacionales e internacionales.
Imposible quedarnos solo aquí. ¿Qué más vamos a encontrarnos en Sevilla, Estambul, Ámsterdam, Londres o Madrid? ¿Qué hace «visitable» una ciudad? Sin duda, lo que cada uno busca, lo que es importante para cada persona. Para nosotras, husmear en librerías (y salir llorando de ellas porque nunca podremos abarcar todo lo que contienen) forma parte de conocer una ciudad. Y queda mucho por descubrir.