Aurora Egea es cooperante internacional. Tras su paso por el Congo y su próximo destino en Guinea Bissau, nos relata sus experiencias como parte de algunas de las ONGs más importantes y las mujeres que ha ido conociendo por este difícil camino: de alli o de aquí, la han marcado para ver la vida de otra manera.

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«Praying for a miracle», de Robin Hammond. Segundo premio, «singles».

Si miro hacia atrás, en lo que me parece un abrir y cerrar de ojos, ya son varios años en los que llevo moviéndome por distintos lugares.Tanto como para pasear como para trabajar, he estado en distintos países y continentes, ya sea para estar unos días, unos meses o unos años. Todos estos viajes y experiencias los he venido haciendo con las gafas moradas, que como todas sabemos una vez que te las pones ya no te las puedes quitar, y por tanto,sensible a los micromachismos, macromachismos y diferentes manifestaciones del patriarcado, allá por los distintos sitios y culturas que visité. Con esta mirada, voy a escribir sobre cinco mujeres que me marcaron de alguna manera durante estos viajes y durante este viaje que es la vida.

Mariela

Mariela es una misionera Italiana que vive en San Salvador, El Salvador y de la que me enamoré horas después de conocerla. Junto al padre Tilo son los coordinadores de una asociación de Servicio a Comunidades de Base. Esta poderosa mujer, con más de 70 años tenía una energía que envidaría cualquiera: incansable, después de una jornada de trabajo con ella, tras varias reuniones y visitas a comunidades, todavía sacaba fuerzas para ir a recoger firmas por la causa Palestina y a distintas asambleas al final del día. Su forma de ver la vida, las conversaciones con ella sobre tantas cosas y tan profundas fueron todo un aprendizaje. A través de ella, entramos en contacto con una asociación de mujeres exguerrillerascon las que estuvimos trabajando y con las que el tiempo compartido y las historias que nos contaron me siguen impresionando cada vez que lo recuerdo. Mariela tiene esta energía porque hace algo que le gusta y en lo que cree, que es luchar por mejorar las condiciones de lxs campesinxs con lxs que trabaja  y que la manera de luchar y realizar cambios es siempre desde la base. Y es que después de 37 años viviendo allá, dice que sería incapaz de volver a Europa: “a llevar una vida, a la que seguro no le encontraría ni la mitad del sentido que le encuentra, a la que tiene ahora”.

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«An iranian journey» por Hoseim Fatemi. Segundo Premio «Stories»

Zaina

A Zaina la conocí en República Democrática del Congo, mi último destino. No tengo palabras para describir la situación de las mujeres allí. Consciente hasta la médula que el patriarcado está por todos los lados y rincones y que mucho nos queda por hacer aquí, allí es especialmente complicado y no hay comparación. Las mujeres que conocí allí son un ejemplo de fuerza, de superación, de supervivencia y de alegría. Conocerlas, verlas en su día a día, con sus risas, sus tristezas, los colores de sus vestidos, sus bailes, las jarras de agua en la cabeza, me suponía a mí una jarra de agua fría de realidad, que me hacía cuestionarme todo. Zaina era una de ellas, trabajaba conmigo y la complicidad que teníamos solo por el hecho de ser mujeres en un contexto de hombres, los intercambios de sonrisas cada mañana, sus palabras,las conversaciones,su historia, son un regalo que me llevo dentro, dentro. El recuerdo de esas mujeres, magas de la alegría y de la simpatía a pesar de las dificultades,me lo llevo también, y lo sacaré especialmente cuando tenga mis angustias más existenciales.

Vicenta

Vicenta era una de las mujeres que nació y vivió hasta su vejez en la aldea de mi abuelo, una aldea de la Sierra de Segura, cerca de Albacete, en la que actualmente en invierno solo vive una pareja. En general todas las mujeres que vivían allí cuando yo iba de pequeña, eran impresionantes. Recuerdo a la Lucia, subir con más de 80 años por la pendiente a los bancales a regar con la azá, con total naturalidad y sin aparentemente esfuerzo ninguno. Un día de verano, uno de estos incendios que ocurren los veranos por las distintas sierras, llegó a la aldea. El fuego cada vez se veía más cerca por la montaña de enfrente y la guardia civil llegó a la aldea con la orden de evacuar. Pues bien, ancianxs y niñxs estabamos obligados a irnos (solo se quedaba gente a colaborar a apagar el fuego), yo y mis hermanxs  éramos niñxs y recuerdo que salimos dejando la mesa puesta. Vicenta sin embargo, se agarró a un poste, diciendo que no se iba, que si su aldea natal se quemaba, se quemaba ella también. La valentía, determinación y el amor de esta mujer se quedaron grabados en mi memoria, donde todavía la guardo con tanto cariño.

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«Cuba on the edge of change», por Tomás Munita. Primer Premio Daily Stories.

Maricruz

A Maricruz la he conocido a través de internet, conocí a sus hermanas y a su familia en Honduras, con las que estuve viviendo durante 3 meses en una hermosa comunidad en el caribe Hondureño y sobre las que daría para contar otras mil historias, pero la historia de Maricruz me sigue dejando con la boca abierta. Ella vive en los Estados Unidos, es una de estas mujeres que pasó la frontera de México en la que ahora quieren poner el muro. Maricruz tuvo dos hijxs con su pareja en Honduras (haciendo cuentas pienso que con 15 años), pero una vez nacida su segunda hija dejó al padre de sus hijxs y se propuso ir a los Estados para encontrar una vida mejor y apoyar a su familia. Entonces trabajó y ahorró el dinero para pagar al coyote que la llevaría a los Estados con 20 años y que afortunadamente no la mató ni la violó por el camino, como les ocurre a tantas otras mujeres que lo intentan.La policía casi la hizo volver pero afortunadamente, finalmente logró pasar y ahora vive allí, desde donde trabaja, manda dinero a su familia en Honduras y donde vive con su pareja y ha tenido otra hija. Lo que ha vivido esta mujer, apenas con 26 años, no deja de impresionarme. Me parece todo un ejemplo de fuerza y de valentía, una heroína que me inspira y me saca una sonrisa cuando pienso en estos estereotipos de “mujer tranquilita y calladita estas más guapa”, que nos quiere imponer el patriarcado.

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The Libyan Migrant Trap, por Daniel Etter. (3er premio, «Contemporary Issues)

Valerie

A Valerie la conocí en Zaragoza, en un campo de trabajo al que ella había llegado desde Madrid sola haciendo auto-stop, tras aterrizar en Europa por primera vez. Ella es de Quebec en Canadá y desde que la conocí me impresionó su espontaneidad y la libertad que le salía por cada uno de sus poros. Con ella pude viajar un poco y todo era pura adrenalina. Años después volví a coincidir con ella en Oporto, Portugal, donde pude ver que apenas ha cambiado, solo que el número de países visitados se ha multiplicado por diez. Después de estar unos meses en Europa, se fue a Chiapas donde estuvo trabajando en un museo y meses después estuvo en india. A esta antropóloga, viajera, dicharachera también me la llevaría en la maleta si pudiera.

Por Aurora Egea.

*Por intimidad a estas mujeres y de acuerdo con las leyes internas de las ONGs no publicamos fotos de las actividades o los personajes reales que aparecen en este artículo. Las fotos que aquí aparecen forman parte de las ganadoras del World Press Photo de este año. La foto de portada es de la página Afrikable.org.