Qué hay más español, español, español que el torito de Osborne. Es verlo y nos viene a la mente una copa de Soberano, un roncero rancio palillo en boca o el propio Bertín ídem. Por eso nos gusta tanto que el toro haya bajado de las vallas de la Mancha hasta la portada de «No es país para coños» para convertirse en vello púbico. También es cosa nuestra. Sobre esta base trabaja Diana López Varela: si te da vergüenza sostener este libro en público, quizás necesites leerlo más que nadie. Porque hablamos de una obra mordaz y provocadora, pero llena de verdades que muchas no se han atrevido decir en voz alta.

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Diana López Varela (Pontevedra, 1986) no es una recién llegada al feminismo. Periodista, guionista de teatro (donde ha adaptado de forma homónima su libro) y autora del blog «Suspenso en religión» donde hace tiempo que viene denunciando los peligros y virtudes de abanderar la lucha de empoderamiento de la mujer. Este otoño se ha lanzado al formato papel, y con «No es país para coños. Sobre la necesidad de una sociedad feminista« (Península, Atalaya, 2016) extiende en forma de ensayo diversas reflexiones sobre el hecho de ser mujer en un ambiente a veces tan «español, español, español» (dígase con cántico de hooliganeo subyacente). Y es que España fue y sigue siendo un lugar machista y retrógrado, si bien en proceso de cambio y despertar. López Varela escribe en forma de denuncia todo aquello que le cabrea, a veces llena de humor, a veces furiosa, siempre de forma provocadora y con un lenguaje tan afilado como honesto. ¿Hacen falta más razones? «La gran razón por la que España no es país para coños es por la violencia ejercida contra la mujer. Prácticamente cada semana tenemos un asesinato por violencia machista dentro de las cifras oficiales, porque los casos de asesinatos a prostitutas, feminicidios no íntimos, etc… ni siquiera se contabilizan como violencia de género. Las violaciones son otra enorme razón por las que no somos un país para coños: en España se viola una mujer cada 7 horas. Cobramos menos, tenemos unas tasas de paro mayores, trabajos más precarios y más temporales, se nos agrede sexualmente por la calle, se nos cosifica en los medios (…)» (entrevista en Telva, 13/10/2016). Y así podría seguir un buen rato. Sobran las razones, lo que hacen falta son soluciones.

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La autora (Telva)

Entre los capítulos del libro, experiencias propias y estadísticas, datos reales e historias en primera persona. Y todo relatado con fina ironía, que no cambia el mensaje. No en vano cuenta entre sus influencias desde Lena Dunham y Caitlin Moran hasta «Chimamanda Ngozi Adichie, Rebecca Solnit -gracias a la que descubrí el concepto de mansplaining, ese paternalismo maldito-, María Elena Simón, que habla que no sólo existen techos de cristal, sino suelos pegajosos (ahí entra el amor, la maternidad). Además, muchos artículos, blogs, y feministas clásicas como Amelia Valcárcel» (entrevista a Eslang, 11/10/2016).

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Con las actrices de la obra de teatro.

Aunque tiene claro que su público es una mujer joven debido a los temas que trata (el cambio de la treintena a los 40, la regla, la maternidad, el amor romántico y la educación sexual…) le gustaría que «No es país para coños» tocara otras esferas: que el «chochocentrismo» fuera también causa de hombres y mujeres sin importar el edad ni la condición sexual. «Cuanto más miedo da «feminismo», más me apetece utilizarlo» ha declarado López Varela, y no podemos estar más de acuerdo.

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