Bucle. Nube. Concepción espacio-temporal afectada y tímpanos en estado comatoso. Para qué ir al médico si ya nos hacemos nosotras el diagnóstico: el festival Ruidismo nos ha dejado muchas secuelas, pero la más importante, una sonrisa en la cara. En la tercera edición de este casi recién estrenado festival, cuyo objetivo es «retomar la actitud curiosa e inquieta que siempre ha existido en nuestro pueblo en cuanto a la música independiente y underground se refiere«, los ruidistas han vuelto a poner a Bullas en el mapa regional, dejando claro que todo se trata de una cuestión de actitud. Luchando contra fuerzas fangorianas y otros devenires propios de las fiestas y ferias del lugar, el Ruidismo es un oasis entre las hamburguesas Uranga y los Vaquerizolibers. «Cada año, una selección (hecha con mucho cariño) de grupos y djs de todo el territorio nacional conforman el cartel de este evento con el que pretendemos acercaros una pequeña muestra de las novedades musicales más interesantes«, explicaba la organización, (gigantes incluso cuando los problemas de última hora llegaron con la indisposición de uno de los responsables al que le deseamos pronta mejoría) que ha ido dejando miguitas durante todo el verano de un cartel que se prometía más que interesante. Nosotras hoy intentamos juntar los despojos de nuestra memoria para fijarnos sobre todo en la representación argentina del line-up, unos gigantes Mujercitas Terror y Mueran Humanos que supieron aprovechar las ganas ruidistas.

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Todo comenzaba mucho antes de que la Almazara se convirtiera en las Puertas de la Percepción. Un concierto íntimo de La Bien Querida en el Museo del Vino y las pinchadas de mediodía a cargo de Zidanes y Pavones iniciaron la detonación. Escuelas Pías pagarían cara la hora del gin tonic con una afluencia discreta, todo lo contrario que Cosmen Adelaida en el fantástico patio exterior del River Café. Conciertos correctos de sonido escaso (quizás porque el público, bien servido en El Borrego, ya no controlaba ni sus decibelios, ni sus reflejos) que desembocaron en el grueso del festival: la nave de la Almazara estaba lista para acoger el desenfreno ruidista. Los Alambres, Holögrama, Monte Terror, Harakiri Beach… algunas de las bandas que salieron mejor o peor paradas por problemas técnicos (echamos de menos un sonido más potente que nos despeinara con más energía) o internos, pero siempre con la respuesta positiva del respetable, que estaba dispuesto a pasárselo bien por encima de todas las cosas.

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Los alambres en el Ruidismo.

Y sobre el escenario por fin, la armada argentina. Primero, Mujercitas TerrorDaniela Zahra ( Voz y bajo)  Marcelo Moreyra  (Voz y guitarra)  y Federico Losa (Batería) llevan tocando desde hace diez años y son míticos entre los sonidos más oscuros de Buenos Aires. Lo suyo es el postpunk, el garage y el noise  visto a través del filtro más perturbador de tu Instagram. «La oscuridad y todas esas cosas provienen de una sensación que es anterior a la banda y a todo, es algo inevitable, solo que antes no tenía cómo expresarlas, con la banda me doy cuenta que no soy el único que siente así; solo cantamos lo que nos pasa y no pensamos que sea oscuro, es muy común hacer el bien a otro diciendo todo el mal, cuando termina nuestra canción queda algo bueno. Siempre nos divertimos de esa manera, como en un tren fantasma, lo malo ya pasó«, dice Moreyra. En el Ruidismo cuidaron esa querida masa de guitarras y fieros golpeos que asoman de su último trabajo, «Fiesta Muda»: con las pintas de los colegas góticos de los Cramps, en el fondo nos alegraron el día con chutazos como «La secta olvidada» o «Rosemary».

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Mujercitas Terror.

Los refuerzos llegaron algo más tarde con los ¿cabezas de cartel? Mueran Humanos. La banda se ha convertido en grupo de culto y son un delicioso enigma que vira más allá de la música, tocando las artes plásticas, el collage, el fanzine y la experimentación en todas sus formas. Ellos son Carmen Burguess y Tomas Nochteff, dúo argentino afincado en Berlín que ya nos descubriera en su día el compañero de T&L Costalero, sin fallo alguno: son una auténtica bomba. Con voces y máquinas cruzadas, la guerra de los sintes y el sonido de punk crudo con «métodos de avant garde», el directo en el Ruidismo resultó en un viaje iniciático del que nadie parecía querer salir. Después de presentarse en 2011 con un debut homónimo, la banda publica su último trabajo, «Miseress» con ATP Recordings a la que se suman también las guitarras de Jochen Arbeit (Einstürzende Neubauten). «Miseress» dice haber sido construido de forma orgánica, tomando cada canción como un ente independiente, moviéndose de una tormenta aterradora a la más estática tristeza. No se puede adjuntar la etiqueta «convencionales» a su espectáculo. Con una Burguess suprema en formato bruja del Oeste, tuvieron la difícil tarea de desentrañar la nebulosa mental de los ruidistas a tales horas, o al menos, así nos sentíamos nosotras bajo su hechizo. «Mueran Humanos es como aquella canción de la hoguera, puerta donde nunca descansa sediento de víctimas y seguidores babeantes girando en círculo con la risa del rostro deformado en la desesperación por llegar«, comenta de ellos su amigo Moreyra  de Mujercitas Terror. Y quién te conoce mejor que tus amigos.

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Mueran Humanos. Foto Jessica Hanley de su gira de agosto.

Y cuando la mañana llega y observas pequeñas criaturas vestidas con la misma ropa del día anterior a las que la mañana les ha sorprendido de pura alegría, sabes que un festival ha salido bien. Excelente propuesta que ya cuenta con el cariño del público murciano y a la que le deseamos larga vida. Excelente también por su originalidad y actitud suicida en un panorama musical regional más que plano y que necesita de estos kamikazes y de un público responsable con sus ideas y quejas que lo apoye. El ruido os hará libres.