A veces las imágenes que quedan como iconos se pierden en la memoria de lo que fue real o no. Sobre todo cuando se mezclan con la infancia o lo que significarían unos recuerdos de una generación que no se sabe cuándo empiezan o acaban. Nadia Comaneci (Rumanía, 1961) se convirtió en icono, y después en recuerdo, el 18 de julio del 76, cuando tras ejecutar un ejercicio perfecto en barras asimétricas consiguió el primer diez de la historia de los Juegos Olímpicos. Esa niña de coleta diminuta y elástico cuerpo, terminaría creciendo y enfrentándose a unos demonios propios, la lucha contra la pubertad, y ajenos, una sociedad patriarcal y demoledora, y ya sólo sería una cría en las reposiciones de la televisión y los álbumes vintage.

Lola Lafon (Rumanía, 1972) también vivió ese país y ese tiempo, el de ser adolescente bajo el régimen comunista de Ceaușescu. Lafon imagina largas conversaciones con Comaneci, y del juego entre la ficción y la no-ficción surge este «La pequeña comunista que no sonreía nunca», un éxito de ventas en toda Europa que llega como novedad de abril a la editorial Anagrama. Lafon ya clamó contra el sistema en  «La fiebre ingobernable» y posee varios premios que la avalan como una escritora de voz crítica y rebelión contemporánea y urbana.

Lola Lafon

Esta novela juega con al realidad y la invención en la sociedad que la Rumanía de los 80, raquítica y borracha de falsos ídolos, en la que personajes como Comaneci eran carne de rapiña. La deportista sufrió el desdén de los que la habían encumbrado cuando la niña se hizo mayor, utilizándola de leyenda popular caída, pero que nunca se dejó vencer del todo: en la actualidad, Nadia colabora con diversas ONGs y es presidenta de honor del Comité Olímpico Internacional. Recomendamos también la entrevista de la revista SModa a Lafon, en la que revela algunas de las pantomimas que encontró en su camino hacia la investigación del icono-Comaneci, la niña espagueti que saltaba entre dos barras y que quisieron hacer desaparecer cuando «la magia se esfumó».