«Clothes clothes clothes. Music music music. Boys boys boys» puede sonar a título ridículo, hasta frívolo, para unas memorias. No lo es si quien está detrás de la pluma es Viv Albertine, la que fuera guitarrista principal de The Slits, uno de los iconos punk de los 70 y 80 y banda de referencia para los grupos de chicas que vendrían después y el riot grrrl de los 90.

Y es que sin quererlo, Albertine fue una hipster de la mugre, siempre en el sitio correcto en el momento adecuado. Original de Australia y establecida en Londres, después de estudiar artes y diseño en la escuela de Chelsea empezó a rondas los círculos punk, colaborando en la banda Flowers of Romance, donde tocaría con Syd Vicious. Pero fue en 1977, cuando Kate Korus dejó las Slits, que Albertine ocupó su lugar y se produjo la fusión definitiva: amiga íntima de los Sex Pistols y los Clash, fue pareja de Mick Jones (cuenta que «Train in Vain» la escribió por ella, cuando Jones viajaba en tren para visitarla) y participó en otras muchas bandas, como los New Age Steppers, 49 Americans o Flying Lyzards. Curiosa y prolífica, también dirigió varias películas, y en 2012 publicó su álbum en solitario, «The Vermillion Border».

Estas son unas memorias que pretenden poner en el mapa uno de los grandes grupos de chicas de la historia de la música y un personaje que luchó por ello. Con una lírica menos cuidada que Patti Smith o Kristin Hersh, Albertine tenía la energía y el nervio por cambiar las cosas. Abanderadas del feminismo y el riot, sin ni siquiera saber de etiquetas ya luchaban en una escena machista y violenta: la cantante de las Slits fue violada y apuñalada en una ocasión y nunca pararon por ello. De esa rabia nacerían himnos como «Typical girls», una oda a las novias sumisas y sus novios cabezas huecas.

Su historia tiene momentos de drama, como la devastación cuando las Slits se separaron en el 81, sus problemas con la industria por ser mujer, su difícil embarazo, divorcio o la superación de un cáncer. Pero Albertine no se presenta como víctima, sino como superviviente: es un particular «Please Kill me» visto desde una lente privada, de quien conoció a Sid Vicious antes de ser un despojo, quien probó la heroína con Jonny Rotten o quien usó la música como arma para cambiar aunque fuera un ápice de la sociedad. Aunque todavía no la hemos encontrado en edición española, es imposible que este libro no tenga un hueco en la estantería al lado del «Eramos unos niños» o «The punk singer», porque Albertine es historia de la música.