Mirar hacia atrás y releer tus diarios tiene tanto de pornográfica vergüenza como de fascinante prueba del delito. Comprobar cómo se pueden ser diferentes personas en una misma vida es la evidencia de crecer y aceptar que al final todo cambia. ¿Cómo serían esos recuerdos si has tenido una infancia hippie chupando brotes de soja en lugar de potitos y tu personalidad adolescente se moldea gracias a los compañeros de tu banda punk? «Rat Girl» es el diario de Kristin Hersh, y os podemos asegurar no habla de vampiros enamorados.

Kristin Hersh (Atlanta, 1966) es la líder de la banda de culto «Throwing Muses» y posteriormente artista en solitario. Eran mediados de los 80 cuando, con apenas edad para que les permitieran entrar a sus propios conciertos, el grupo empezara a despuntar y finalmente fichara por 4AD (que después tendrían a los Pixies). Fue justo entonces cuando descubrió que sus manías, su insomnio y su psicodélico proceso de creación tenían detrás a un diagnosticado síndrome bipolar. Las cosas no fueron mejor al quedarse embarazada con un disco por grabar y un contrato sobre la mesa.

Estas son las fascinantes memorias de Hersh, una bildungsroman personal de sótano mohoso y acordes desafinados a un volumen de tímpanos sangrantes, pura realidad tomada directamente de sus diarios de la época, ordenados y reescritos con la distancia del tiempo. Su vida en La Perrera, su relación con la actriz del Hollywood dorado Betty Hutton, y sobre todo, el largo proceso de crear la canción perfecta impregna las páginas del libro que en España ha editado Alpha Decay.

Cada capítulo lo abre una pequeña introducción casi poética, que te retrotrae a un sueño de recuerdos y que casi daría para un libro de relatos autónomos. Bien es cierto que la divagación por la propia psique de Hersh, que ella misma parece querer entender a medida que escribe, llega a perder o hastiar al lector, muchas veces confundido por la enorme pasión de la autora con las canciones, desmedida por su propia enfermedad. Sólo si se ama convenientemente la música, y sobre todo si se ha sido compositor o creador, esos pasajes son entendidos como deben.

«Rat Girl» es el libro que nos ha acompañado este verano y que nos redescubre una artista sin contemplaciones y un relato honesto, que pide volver a visitar sus álbumes y ante todo, no dejarse vencer. Aunque se sea una chica rata.