Dado la naturaleza de los acontecimientos que nos ha tocado vivir hoy en día, no es de extrañar que el arte quiera escapar de ellos a través de imágenes más bellas, reconciliadoras con el mundo, coloridas y benévolas. Figuras naïf invaden el universo de lo «bonito», que tanto nos gusta tener cerca para olvidar una realidad más bien distinta. Sin embargo, también surgen artistas que reflejan sus demonios interiores en el papel, y dentro de su monstruosidad, son a la vez pura belleza.
Hoy queremos fijarnos en la obra de Chelsea Greene Lewyta. Neoyorquina, de padres ucranianos y con una hermana coreana, la mezcla cultural de su familia ha pulido sus influencias artísticas. Insultantemente joven, ya ha expuesto en muchas ciudades de los Estados Unidos, Europa y Japón. También trabaja como ilustradora freelance, y en su cartera de clientes figuran los prestigiosos Tiffany and Co., Victory Records o el conocido diario The New York Observer.
En el 2010 nos dio una alegría cuando firmó la portada de Toundra, «(II)», volviendo a colaborar con ellos en 2012 en «(III)», esta vez con la ayuda de Víctor, el guitarrista (y también diseñador gráfico). Imágenes perturbadoras, de contrastes en ambas caras del disco, donde la imaginería del grupo se alía perfectamente con las ilustraciones, entre tiernas y macabras, de Lewyta.
Con influencias asiáticas, presencia continua de bestias, una naturaleza salvaje y florida, y unas protagonistas casi siempre femeninas, Lewyta ha conseguido lo más difícil para un artista, una firma propia, fácilmente reconocible y admirada, y que seguro que evolucionará hacia sorprendentes senderos.