Un ama de casa canadiense, devota de su familia, que escribe en los ratos muertos, en secreto, porque sabe que los demás encontrarían ridícula su pasión. Años después, ganará el Premio Nobel y será una de las más grandes y reconocidas autoras de las letras contemporáneas. No, no es la línea argumental de un telefilm de sobremesa de Antena 3, sino la vida de Alice Munro, a la que ya le estábamos debiendo un buen post. El pasado diciembre le concedieron el galardón sueco y el círculo literario que se había abierto a mediados de los 60, se cerró. Esperemos, sin embargo, que no lo haga su pluma.

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Munro (Ontario, 31) ya había destacado como autora de relatos desde muy joven. Ese sería su género más fructífero y delicioso, en el que nos dejaría los personajes más emblemáticos de su carrera, siempre mostrando la vida tal cual, tan real como dañina. Revalorizó los cuentos, aparentemente denostados, hasta elevarlos a categoría genial, propia de Nobel.

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Entre sus mejores trabajos encontramos la primigenia «Dance of the happy shades» (1968), libro que ya se encumbró con alguno de los más importantes premios en su país. Enseguida ganó fama y se la llegó a llamar «la nueva Chéjov». «La vida de las mujeres» (1971) (su única novela), «Amistad de juventud» (1990) «Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio» (2001), «Demasiada felicidad» (2009) o «Mi vida querida» (2010) son algunas de sus obras cumbre. En muchas de ellas, mujeres que aman, frágiles, imbéciles, extrañas y en las que preocupantemente te reflejas.

Munro tiene 82 años y no pudo ir a recoger su Nobel en persona, pero ya forma parte de la escasa plantilla de mujeres que poseen el galardón (sólo trece escritoras desde la instauración del premio en 1901), con otras grandes como Doris Lessing o Nadine Gordimer. Munro será para siempre un símbolo, ya que no hay que perder de vista sus palabras: “Nunca conocí la palabra feminista, pero por supuesto que lo fui”

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