La violencia no es la solución: lo hemos oído miles de veces. Pero cuando el diálogo no es suficiente, el debate no vale para nada, y presenciamos barbaries como la violación masiva de la que hoy hemos tenido noticia en Brasil, apoyamos sin censura un par de hostias y la castración handmade. Las Hijas de Violencia apoyan esta moción, ellas son un pequeño colectivo que han empezado denunciando el acoso callejero y han terminado implicándose en la manifestaciones más violentas.

La situación no merece medias tintas: el grupo nace en México, la ciudad que a datos de la ONU tiene el primer lugar en agresión sexual contra las mujeres, donde hay 120 mil violaciones al año, 4 por minuto y cerca de 44% de mujeres ha sufrido agresiones de este tipo. Ana Beatriz Martínez y Karen Condés, compañeras de la Escuela de Arte no se sentían seguras al andar por la calle. Entonces saltó el caso Pussy Riot como una explosión, y bajo su inspiración y la de  Violencia Rivas, precursora del “pank” en Argentina, quien con “tono hilarante, cómico, sin formalidades académicas, retomando desde el humor el símbolo de la mujer histérica» reivindicaba los derechos propios, comenzaron Las Hijas de Violencia como una performance artística. Su acción, disparar con pistolas de confetti sobre el acosador callejero, como forma de llamar la atención sobre él y ridiculizarlo.

Sin duda es una manera de confrontar el problema convirtiéndolo en acción artística. «El arte tira piedritas al agua para crear ondas; nunca sabes cuándo esa onda chocará con otra y esa otra con otra y creará el tsunami. Vemos lejos el día en que podamos caminar dueñas del espacio público y no como un elemento del que se puede opinar libremente; no sabemos si nos va a tocar pero sabemos que no vamos a soltar. Porque empoderarte y dejar de ignorar para confrontar se vuelve una revolución. Si no cambia el mundo, con certeza decimos que ha cambiado el nuestro.» Además, han grabado su propio himno punk, «Sexista punk» y preparan la performance «Vómito Escénico Antisexista» sobre la violencia de género en la Ciudad de México.

Si bien sus acciones no son en principio agresivas, su página es todo un archivo de inspiración para venganzas con fundamento. Técnicas de defensa personal, hacer tu propio repelente de pimienta o un puño americano, o formar un muro de denuncia retratando a los agresores con nombres y apellidos son algunas de las maravillas que vas a encontrar en este espacio. Y es que la indignación crece ante la pasividad de las autoridades, que consideran estos delitos como problemas menores y que crean un caldo de cultivo para la impunidad de las agresiones más aberrantes. Ellas denuncian que «nos queremos vivas», y nosotras lo apoyamos: cueste lo que cueste y con todos los medios que nos sean posibles. Si eso incluye violencia, violentas lucharemos.