Es viernes y nos vamos de juerga. En nuestra búsqueda de grupos y personas que están ofreciendo otra visión del feminismo, entramos en un palacio donde el baile, la sexualidad y los gatos (sí, los gatos) tienen su sitio. Pussy Palace es la versión para adultos de «despierta el tigre que hay en ti»: este colectivo londinense quiere que liberes tu «inner pussy» y te sientas tan libre como nunca.
Nadine Artois y Skye Barr estaban hartas de la «política» de los clubes nocturnos acerca de quién podía o no entrar en sus locales, y sabían de la reticencia en la aceptación drag y queer en algunos sectores de la party-hard de Londres. Es entonces cuando comienzan a montar sus propias fiestas en su piso de cuatro habitaciones en Brick Lane. ¿Sus reglas? Todo el mundo está bienvenido, sin importar tu raza ni condición sexual, y las mujeres están al mando. Fácil, sencillo y poderoso. El éxito fue tal que cada noche sus pinchadas de hip hop llenaban la casa hasta la calle. Artois tenía una gata que dio a luz y el lugar se llenó de gatitos. Alguien vio la conexión y lo bautizó rápido: había nacido el Pussy Palace.
Las fundadoras.
El club The Laundry, en pleno Hackney, les ofreció entonces una residencia permanente para trasladar allí lo que se había convertido en todo un estilo de vida. A Artois y Barr se unió Munroe Bergdorf, DJ residente, modelo transgénero y activista, Holly Hmiddouche, ilustradora, Kesang Ball, desarrolladora de apps, Bemi Shaw, escritora, Sophie Burge, diseñadora y la estilista Alexa Kesta. Juntas están creando una plataforma para reivindicar los derechos de las mujeres y del colectivo LGTB más allá de la fiesta, aunque siempre con el objetivo de pasarlo en grande. Incluso celebraron la fiesta «Self Care is Warfare» con el objetivo de recaudar dinero para material sanitario e higiénico para las refugiadas del campo de Calais, consiguiendo más de mil libras en una sola noche.
Este 20 de mayo ya preparan su nuevo sarao de hip hop, r&b y soul, “Infinite Booty”, en el que promueven la liberación sexual, también en la pista de baile, atacando los prejuicios y creando un ambiente seguro para todo aquel que quiera dar rienda suelta a su lado más sexy: cualquiera puede entrar, pero los homófobos, transfóbicos y racistas se quedan fuera, eso por descontado. Proclaman «agitar el culo contra el odio» y nosotras, feliz viernes, nos unimos.