En los confusos días después de los desastres, la sobrecarga de información puede resultar abrumadora. Debemos ser críticos con lo que oímos, vemos, y sobre todo decimos, porque todos tenemos mucho que aprender y no existe una única verdad. Hoy nos queremos fijar en uno de los múltiples vértices de la vorágine que va a representar para el futuro del mundo moderno la convivencia entre culturas, y lamentablemente, la influencia de la religión en ellas. Alaa Murabit es uno de los ejemplos de denuncia de la apropiación de las creencias para beneficio propio: su reivindicación de una nueva lectura del Corán, que hasta ahora considera ha sido utilizado de forma descaradamente machista, la ha llevado a convertirse en una de las activistas más influyentes de su país, Libia.
Ahora su nombre se ha hecho más popular después de que su charla en las conocidas «TED Talks» fuera destacada en numerosos medios. En ella denunciaba que «la religión está siendo manipulada en contra de las mujeres» y que había «versículos del Corán más populares que otros porque siempre había sido interpretado por hombres». Murabit (Canadá, 1989) es la sexta de once hermanos y dice que siempre fue educada en completa igualdad dentro de su familia, con la que volvió a Libia al cumplir 15 años. Al empezar sus estudios como doctora y ver cuestionadas sus decisiones más que las de sus compañeros, y sobre todo tras estallar la revolución contra Gadafi decidió dar un paso al frente y liderar un grupo de trabajo y protesta para que las mujeres tomaran más poder. Fundó The Voice of Lybian Woman en 2011 y empezó la Campaña Noor, que reproducía pasajes del Corán que defendían la igualdad y la importancia de la mujer en la sociedad musulmana. Su éxito ha sido reconocido por la ONU y utilizado en más de 24 países.
Esencial esta charla TED cuyos subtítulos podéis encontrar aquí. También muy interesante la entrevista que le hicieron en La Vanguardia, y de cuyas declaraciones destacamos esta: «No creo que sean más importantes, son iguales, y eso es precisamente lo que nos hemos perdido durante siglos. En las mesas de negociaciones para la paz sólo hay un 4%. Es ridículo. Esas mesas están dominadas por hombres, generalmente con armas. Un ejemplo sobre las negociaciones de paz en Libia: en un momento dado, los enviados de la ONU preguntaron: “¿Por qué no hay mujeres?”. Las partes respondieron: “Porque las mujeres se comprometen”. Las mujeres son las que más interés tienen en el fin de los conflictos. Ellas no obtienen ninguna ganancia económica ni política por ello. Por el contrario, los hombres sí. No se puede negociar la paz con alguien que saca beneficio de la guerra»