Estupefactas todavía por lo ocurrido este fin de semana en París, seguimos encontrando noticias de todo tipo en los medios, resentidos, en el caso español, por la desastrosa calidad de su respuesta al conocerse la magnitud de la tragedia y la falta de contraste y debate en muchos casos. Sin dar lecciones de periodismo, hoy solo queremos rendir homenaje a la música como siempre nos lo piden nuestro Music Mondays: un recuerdo a esta mítica sala parisina, Le Bataclan, que sirva también como muestra de respeto a todos aquellos cuya única falta fue disfrutar de la cultura, el arte y la vida.

Le Bataclan ha tenido muchas vidas y aseguramos que aquí no se acaba la última. Inaugurada en 1864 por Charles Duval como sala de espectáculos, y tomando el nombre de la opereta de Jacques Offenbach, su fachada exterior con forma de pagoda china la hizo pronto famosa entre los intelectuales de la capital francesa. Reconvertida en cine cuando los problemas económicos llegaron, y tras varios cambios de dueño, sufrió un incendio y volvió a ponerse en marcha como sala de conciertos a mediados de los 70, con una clara predilección por el rock, como atestiguan los conciertos de Lou Reed, John Cale y Nico en 1971 o Supertramp en 1975. Hasta el día de hoy, Snoop Dog, The Police, Oasis o The Cure son algunos de los grandes artistas que hicieron grandes shows en sus tablas. Deftones,que tenía sold out para hoy mismo, ha cancelado el concierto pero avisa de una vuelta inminente, incapaces de rendirse ante la amenaza del miedo.

Aunque la sala ya había sido señalada como objetivo por los radicales desde hace años porque acusaban a sus históricos propietarios, judíos, de organizar galas para recaudar fondos para la policía fronteriza del ejército de Israel, el Magav, nunca se hubiera podido adivinar este cruel desenlace. La banda Eagles of Death Metal, que actuaba cuando ocurrió la masacre (no sabemos si para reir o llorar, el artículo de El Faro de Vigo en el que acusaba al grupo de provocar con su «rock satánico») ya formará parte del horrendo imaginario colectivo con el recuerdo de esta tragedia. Pero Bataclan, en palabras de su actual propietario, seguirá adelante. «Tenemos a toda la profesión que nos respalda», afirmaba Dominique Revert. «Esta sala no cerrará nunca».