Los diseñadores gráficos que crecimos a los pechos de la vaca de las ubres de oro, tuvimos muchas veces la frustrante sensación de no ser dueños de nuestro trabajo. A lo largo de los años podíamos contar con los dedos de una mano aquellos proyectos que llegaban a realizarse tal cual los habíamos imaginado. Eso exactamente fue lo que le ocurrió a la diseñadora Geni Motos, hasta que sus manos empezaron a hablarle.

Querían hacer cosas, querían crecer, estaban muy cansadas de relacionarse sólo con un ratón y un teclado. Sus ojos necesitaban profundidad, mirar la línea del horizonte, ver más allá de una pantalla de ordenador a la que llevaban atados durante 12 años de abnegada dedicación. Aquellos recuerdos de verano en el pueblo de María cosiendo con su abuela empezaron a clarificar hacia donde debía dirigirse.

Ahora cose y se ríe. Y decide los tejidos, las formas, los colores. Ahora es libre de currar como le de la gana: recicla sacos de café y hace cojines que abrazan. También se caga en la cara de los que se empeñan en hacernos creer que las mujeres somos envidiosas, vengativas e incapaces de trabajar unidas. Su proyecto creativo es posible gracias a una maquinaria perfecta, la de Andares,  un colectivo de mujeres en riesgo de exclusión social del barrio de La Paz de Murcia, al que su suegra Maria José Cano y Fina Benavente, de forma voluntaria y desde hace ya 25 años, enseñan a coser para que puedan ganarse la vida. Y con el que ella colabora y crece cada día.

Ellas son las productoras de las piezas que salen de la cabeza de la Srta. Motos. Un equipo perfecto. ¿Se puede ser moderna y solidaria? o, más bien, ¿Se debe ser moderna y solidaria? Es muy difícil lograr el equilibrio entre un salario justo para ellas y un precio de venta asequible a los bolsillos de la crisis, pero Geni lo tiene claro, en ese intercambio ella gana mucho.
Verlas avanzar y superar sus propios retos, entender cómo dificilmente llegan a fin de mes dando de comer a muchos…. han puesto más que nunca a la diseñadora en el mundo. Y lo dice: Probablemente sea el peor momento económico de mi vida porque tengo que invertir en material y producción sin saber qué va a pasar en la calle pero, curiosamente creo, es en el que más feliz me siento.
Hoy son actualidad. Un reportaje en Interviú (no deja de sorprendernos esta histórica revista pseudoerótica-social) da voz a los habitantes de ese barrio al que pertenece el colectivo.
Reciclar es convertir algo, aparentemente en desuso, en un producto útil. Tejemaneje, en su capacidad de entender el reciclaje de principio a fin, opta por valerse de las manos de personas tremendamente válidas en la sombra, a las que se les da una oportunidad de ocupar su sitio en la sociedad, de  manera renovada y atractiva.
El talento hay que cuidarlo, pero más aún a las personas que están detrás de él. NOS UNE LA CERTEZA DE QUE OTRA FORMA DE VIDA ES POSIBLE Y CONFIAMOS EN QUE, POCO A POCO Y ENTRE TODOS, PODEMOS CONSEGUIRLO, opina ella. Éste es el ejemplo.  Abajo la explotación de niñas y mujeres anónimas en fábricas masificadas. Arriba las ideas sustentadas sobre un manojo de buenos principios.
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Belén Conesa es gestora cultural y directora de La Postiza.
*Fotos del FB y blog de Tejemaneje.