¡Ay, el pezón! Ese pequeño punto que separa la desnudez y la insidia del decoro y el buen hacer. El pezón femenino, porque todavía no hemos visto rodar cabezas por un buen pezón de hombre mostrado en lugar inadecuado. En Estados Unidos el topless es ilegal en 35 estados (incluyendo dar el pecho en público) y portales como Facebook censuran estas imágenes mientras que recientemente levantaron el veto a los vídeos de las decapitaciones en zonas de conflicto. ¿Tanta guerra da esta rosada, tostada, negra, blanca o multicolor aureola? Free the nipple se lo pregunta.
«Free the nipple» nació como un movimiento de protesta entre las Pussy Riot y las Femen y ya se ha convertido en película. Dirigida por Lina Esco y coescrita por Hunter Richards y Sarabeth Stroller, entre ficción y documental se cuenta la historia de Liv, una activista de los derechos feministas abanderados por la libertad del topless como símbolo de la lucha por la igualdad de género.
Las personas que defienden el movimiento (que en español significa «liberad el pezón») argumentan la facilidad de la sociedad para consumir violencia y a la vez escandalizarse por la presencia del cuerpo femenino desnudo cuando no está en un contexto sexualizado. «¡Son sólo tetas!» exclama Casey LaBow, una de las protagonistas, para la revista Ryot. «El asunto no es que las mujeres se quiten las camisetas y bailen alrededor de una hoguera feminista. Se trata de empezar un diálogo contra la censura, la violencia contra las mujeres y el verdadero significado del feminismo: la igualdad.»
Por supuesto que han corrido el riesgo de convertirse sólo en producto de trendingtopic, venta de camisetas con eslogan o algo mucho peor cuando Myley Cyrus se unió vía twitter a la causa (junto con Liv Tyler o Lehna Dunham entre otras), pero el verdadero mensaje sigue detrás. Que el movimiento genere debate y remueva a la anquilosada sociedad americana en una manifestación mundial de ideas. Como con Femen, la pregunta es si la guerra se lucha con las mismas armas con las que nos atacan, y eso parecen perseguir. Ojalá la película (que no recibe críticas excelentes) quede en algo más que la creciente «moda» por el feminismo de photocall.