Hacía tiempo que Detroit no estaba tan en el punto de mira. La ciudad que inspira a The Wire y todos sus demonios, que es el espejo de la recesión americana y del fin de un sueño, siempre fue, y sigue siendo, hervidero musical de grandes talentos que quieren dejar que la General Motors sea lo único que se recuerde entre sus calles. Y lo están consiguiendo: si Detroit nos parió a Mitch Rider, Iggy Pop, Jack White o Detroit Cobras, hay algo que están haciendo muy bien.
Jessica Hernandez and The Deltas son los últimos en aparcar en este condado de Michigan. Una líder femenina ante una banda de calidad, que con su último disco tenían la obligación de superar un primer EP, «Weird looking women in too many clothes», de tan solo cinco canciones, que dejó demasiado buen sabor de boca para ser sólo un espejismo.
Hernandez, de raices latinas pero nacida americana, se crió en la panadería de sus padres situada en el distrito mejicano de Detroit, escuchando la música de su madre: de los Clash a los B-52′s, de los Cure a A Flock of Seagulls. Abandonó los estudios y después de probar suerte en Kansas City decidió que la escena underground de su ciudad de origen tenía que ser la respuesta, y era cierto. Junto con su banda The Deltas grabaron con el mítico Richard Gottehrer (responsable de largos de Dr Feelgood o Blondie) y presentan «Secret Evil», su álbum del 2014, con 10 cortes de estilos tan diferentes como deliciosos.
Del rock clásico de «Over» a las reminiscencias latinas de «Run run run», pasando por el dark pop en «Tired Oak», Hernandez puede ser a veces Imelda May y a veces Patti Smith, incluso a veces estar tan cerca de ser un producto de la MTV que asusta. Sonidos góticos y circenses y una armonía vocal escandalosa para una banda que tiene mucho más que una diva al frente. Vale la pena dedicarle una tarde y dejarse llevar por el lado oscuro.