Hace 25 años la música se escuchaba en walkman y no ipod, las bandas se descubrían por maquetas y no bandcamp y la industria musical, igual de carnívora, presentaba ciertos reductos de pasión. Los representantes por antonomasia del amor a la música dentro del negocio discográfico español fueron y serán, con mayúsculas, Subterfuge. Padrinos de una época irrepetible del pop nacional, ahora celebran que han podido sobrevivir al business, al management, y a ellos mismos.

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La primera chica de Subterfuge está dentro de Subterfuge. Gema del Valle fundó años atrás con Carlos Galán un fanzine que editaba canciones que les gustaban y que sería el germen de la famosa discográfica. Una pequeña publicación que alentaba a bandas desconocidas desencantadas del fin de la movida madrileña y la situación musical, tan falta de nueva sangre, de la capital. Y de repente, apareció el «Pizza Pop» de Australian Blonde y el fanzine se quedó pequeño. Pasó de ser un hobby a una forma de ganarse la vida y todavía eran críos que estaban estudiando. Así llegaron muchos otros, capitaneados por el «Devil came to me» de Dover, el disco más vendido de la discográfica con 700.000 copias, y cuyo arrollador éxito estuvo a punto de llevarse por delante al honesto sello. Hoy se mezclan los recuerdos de los que estuvieron, Sexy Sadie, Doctor Explosion, Los Planetas, con los recién llegados: Neuman, Meneo o Bravo Fisher!

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Los fundadores del sello, Gema del Valle y Carlos Galán

Y las bodas de plata se han celebrado este fin de semana en el Matadero de Madrid con motivo del Día de Música, con un cartel íntegramente dedicado a la discográfica que recuerda lo mejor y peor de nuestra juventud. Porque cómo lo petaban nuestras chicas con el indie pop, y cómo otras se salían del camino de la bondad e inocencia para asalvajarse como fieras.

De las primeras, Cristina de Los Fresones Rebeldes, que en el Matadero demostró que sigue desafinando como una jodía, pero que el público no se le puede entregar más. A pesar de su voz inferior hicieron del tontipop un hito y su «Al amanecer», apadrinado por Juan de Pablos, se convirtió en uno de los grandes hypes de Subterfuge.

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De nuestras preferidas, las gijonenses Undershakers, cinco chicas rockeras que primero con «Nightshow» y luego con «Vudú», pasando por la banda sonora de «Shaky Carmine», abanderaron lo que se llamó el Xixón Sound. Cantaban en inglés y los noventa fueron su reinado, que a pesar de acabar a comienzos del 2000, se reinventaron en el pop como Pauline en la playa.

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Killer Barbies fue otra apuesta bizarra de Subterfuge que hoy es casi mito. Grupo liderado por la grande Silvia Superstar (ex de Aerolíneas Federales y hoy reina y señora del bar Fabuloso de Malasaña), mezclaban el rock-homenaje (bonita forma de decir copia) a los Ramones o Misfits con su pasión por la serie B, como ya demostraron poniendo banda sonora a alguno de los films de Jess Franco. Con su disco «Dressed to Kiss» y su single «Love Killer» alcanzaron su mayo éxito dentro del sello madrileño.

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Hoy, las chicas representantes de Subterfuge son menos macarras pero no por ello faltas de talento. Desde la dulce Annie B. Sweet, que ha demostrado que es algo más que una continuación de Russian Red, pasando por la hispanocanadiense Luthea Salom, la DJ EME, María Reyes o las chicas de Pantones, hasta Myriam Gutiérrez del dúo leonés de folk The Bright o la vedette Vinila Von Bismarck. Veinticinco años de amor por la música luchando en un negocio que ha cambiado tanto que no lo reconocen ni sus padres. Aún así, Subterfuge sigue ahí, apostando por no sólo por bandas sino por películas y eventos de gente que tiene algo que decir.

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