El pasado 14 de abril 223 niñas de un colegio católico fueron secuestradas por el grupo terrorista islamista Boko Haram en Nigeria. Su carismático líder, Abubakar Shekau, ha anunciado la venta de las chicas como esclavas, pues estudiar ha sido su pecado. Algunas de las que consiguieron escapar ya han relatado un horror de violaciones sistemáticas y torturas.

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El caudillo yihadista alega «Disfruto matando a quien Dios me ordene matar». No estamos hablando de un primerizo. Es uno de los terroristas más buscados y EEUU paga por su cabeza 7 millones de dólares. Enfervorizado por los ataques del Ejército a su grupo (se le ha dado por muerto varias veces, por la propia protección que sus seguidores ejercen sobre él), los considera ahora justificación para los secuestros y tormentos a sus víctimas, ahora niñas, que hasta hace poco no eran consideradas objetivos por parte de la secta.

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La comunidad internacional se ha puesto en marcha, «rauda y veloz» como suele ser la diplomacia (desde el 14 de abril, fecha del secuestro, ha pasado casi un mes hasta que hemos visto a Obama replicar) y China, EEUU o Canadá han ofrecido al presidente Goodluck Jonathan un grupo de expertos en negociación y equipos militares para ayudar a liberar a las niñas. En un estado de mayoría islamista en el norte y cristiana en el sur, la religión también es el problema antes que la pobreza, el hambre o el analfabetismo.

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Así la beneficencia del siglo 21 se pone en marcha. La ONG «Thorn», fundada por Demi Moore y su entonces pareja Ashton Kutcher, que denuncia la explotación infantil, ha movido sus hilos y ha conseguido que famosos se retraten portando el hashtag «Bring back our girls» (Devolvednos a nuestras chicas) y «Real men don´t buy girls» (Los hombres de verdad no compran niñas) y ni la primera dama Michelle Obama ha querido perderse la foto. Justin TImberlake, Jessica Biel, Sean Penn, Bradley Cooper ya tienen su selfie del día. Al único que le vemos sentido es el de Malala Yousazfai, defensora de los derechos de las niñas a la educación y que en 2012 ya sufrió un ataque extremista en Pakistán. Dudamos mucho que a Shekau le llegue la señal de la TDT para ver «Dos hombres y medio» e importarle un pepino todo esta pose de caridad 3.0, pero está claro que la presión social, aunque sea por Internet, obliga a los gobernantes a moverse.

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Sin embargo, aunque estas niñas, apoyadas por unas celebrities que no sabrían situar África en un mapa, sean liberadas, tememos que no serán las primeras ni las últimas. Mientras el derecho a la educación de la mujer sea considerado una falta a Dios y Dios tenga algo que decidir en las clases, vendrán otros Shekau.

Por ponerle una nota de humor a esta tragedia, traemos a Maria Dolores de Cospedal, con la que siempre te echas unas risas. La manchega ha querido subirse al carro de la limosna instagramera y aquí, que estamos de vuelta y media con las desgracias, ya le hemos sacado punta. Ojalá y pronto podamos reírnos también de cosas más serias.

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