“Es pa los niños”.

Ella era diferente a todo en la programación cardada, barroca y llena de maquillaje de esa televisión ochentera  que tragábamos los niños sin actividades extraescolares. Yo tendría cinco años y, de conocer la palabra, habría dicho que me producía extrañamiento: una  persona gorda de pelo gris, corbata y chaleco que recitaba versos llenos de ripios con voz cazallera. Pero a esas edades los extrañamientos duran poco y lo que salía a diario en uno de los dos únicos  canales de televisión era a la vez lo importante y lo familiar. Así que para mi infancia una mujer que recitaba versos vestida de aquella manera era importante y familiar.

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Pronunciar “Es pa los niños” con voz temblorosa y raspada es todo lo que ha quedado en la memoria colectiva acerca de quien  salió de la marginalidad de Lavapiés para hacer de todo. Gloria Fuertes fue archivera, bibliotecaria, colaboradora de las revistas del franquismo, dramaturga, secretaria del Ministerio de Información y Turismo, fundadora de grupos poéticos femeninos (“Versos con faldas”) profesora visitante en la Universidad de Bucknell (EEUU) y, ya en democracia, realizadora de programas infantiles de esa isla de libertad que fue una vez la televisión pública española.

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Uno de los poemas de Gloria Fuertes.

Le llovieron premios literarios y el grupo de los postistas le abrió los brazos como uno más, pero ha quedado como poeta de los niños de entonces (está por ver qué quedaría de su programa con la censura actual de lo ético y lo estético) porque para El Mundo De La Cultura dedicarte a eso (aun parcialmente) es segunda división.  Digo Mundo De La Cultura para referirme al ensamblaje editorial, promocional y mediático, porque los escritores siempre la respetaron como la gran poeta que fue. Cela  reivindicó «la angélica y alta voz poética a la que los hombres y las circunstancias putearon inmisericordemente»; Nieva dijo que fue “auténtica vanguardia española y un hallazgo para los postistas”; José Hierro no encontraba nadie con quién compararla y emparejó su genio humorístico con el de Chaplin -esa torpeza tierna que nos hace reír y después ponernos serios por lo brutos que somos al hacerlo-, y con el de Gila, que la consideraba una maestra. De hecho, el inicio de su poema “Autobiografía” (Nací en Madríd/ a los dos días de edad) bien podría ser uno de los monólogos del cómico.

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Aunque el movimiento postista la adoraba, para algunos críticos hay demasiada carga social en sus poemas para ser postista; también es demasiado naïf para ser poeta social y demasiado conversacional  en el estilo para ser surrealista. Con esta singularidad abordó tanto los cuentos para dormir niños como los grandes temas de la lírica. La soledad y el amor son las dos caras de su naturaleza vital. Ambos temas se tratan con la radicalidad que sólo está en manos de los grandes. No hay una faceta de la soledad o el amor que no haya sido explorada hasta las costuras más íntimas, a veces de forma contradictoria, apasionada o suicida. Y creo que estos dos pilares temáticos de su obra cristalizan en el maravilloso uso que se le da a la palabra “soltera”, nunca veréis poemarios en los que se utilice esta palabra tantas veces, con tanto amor, conciencia y libertad.

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Hay quien dice que el abandono de su figura se debe a que no servía publicitariamente a ninguno de los dos bandos. La derecha no podía reivindicar a una mujer que vivía tan fuera de los cánones tradicionales y que defendía absolutamente todas las identidades sexuales en su obra (su último poemario se tituló “Mujer de verso en pecho” por algo); la izquierda  no podía ensalzar a una colaboradora de revistas franquistas  que había trabajado en sus ministerios y que además criticaba la cara más hipócrita del socialismo en poemas como “Al barrio Fortuna” donde se refería, en plena fiebre felipista del 83, a “ciertos capitalistas socialistas”.

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En fin, una visionaria que se empeñó en que se abandonase el término “poetisa” y se adelantó a todo en esta España que no terminará nunca de tener ese puntito  rancio. Yo ya estoy haciendo cola para comprarme la antología enorme que va a sacar Blackie books («Gloria Fuertes. Antología de poemas y vida», 2017) para el centenario el mes que viene. Ya era hora.

Por Amor Costa