Cuando Joaquin Phoenix apareció en el show de David Letterman hecho un hombre-escombro, con el pelo que se te pone tras una semana de gripe en la cama y una tripa digna de Ángel Cristo, balbuceando y oliendo a ron Almirante, todos sintieron que sólo era otro de los grandes actores de Hollywood que se había echado a perder. Tanto se especuló sobre su nuevo estilo de vida que fue la mejor promoción posible para el falso documental «I’m still here», en el que aparece haciendo una parodia de sí mismo sacando al Torrente que lleva dentro y dejándonos terroríficas escenas en la retina como la fiestecita en la habitación del hotel. Todo resultó ser una treta para precisamente, dar luz a lo fácil que es metérnosla, y tal vez solo fue un divertimento (¿¡de un par de años!?) en el que Phoenix dejaba de ser ese sex symbol y estrella de culto que hacía que los que antes lo veneraban, ahora le echaran a los leones.

Lejos de esa intención calculada, lo de esta semana con Uma Thurman también es fruto de la misma especulación, de las misma ganas de circo, de la misma muestra de torpe inocencia por parte de cualquier usuario de los medios. Con un simple post de algún medio sensacionalista (no es que el Daily Mirror, uno de los impulsores del rumor, nos de unas garantías de seriedad informativa locas) los medios españoles copiaron y pegaron como un universitario entregando trabajos a última hora la noticia del cambio radical de la actriz y su paso por el quirófano, con los virales corran como la pólvora, en este caso, al grito de «Uma, tú no».

Resulta que la actriz fue a la premier de su nueva serie, «The Slap», con un maquillaje diferente y la foto daba a pensar que Thurman se había operado. Hace un par de días, en el «Today» de la NBC dio una entrevista, en la que vemos a Thurman con su rostro habitual, comentando que en su profesión estos linchamientos son normales y, socarronamente, que «parece que a la gente no le gustó su maquillaje». Más allá de la anécdota, el tema hace tiempo que planea en el Hollywood más elitista, donde se daba por hecho que la mujer debía mantenerse forever young si quería seguir haciendo papeles en la industria, pero sin embargo era juzgada duramente, como fue el caso de René Zellweger, si decidían operarse para detener ese «envejecimiento» que a los hombres no sólo no les preocupaba, sino que a veces hasta le daba cierto caché, como en el caso de Clooney o Pitt.

En SMODA dedican un buen artículo a ahondar en estas teorías, y presentan el genial comentario de Goldie Hawn en «El club de las primeras esposas»: «Hay tres edades en la vida de una actriz de Hollywood: el bombón, la fiscal del distrito y Paseando a Miss Daisy«. También compartimos un comentario que Fanzine Bulbasur publicó en su facebook, de una persona sin identificar via twitter: «Solo hay una cosa que a una mujer se le perdone menos que envejecer y llenarse de arrugas: que su cara salga retocada de más del quirófano al que, por presión social e imperativo profesional, fue empujada. Uma Thurman es ahora mismo y gracias a Twiter un animalico del zoologico planetario. Este es uno de los callejones sin salida del patriarcado: obligada a ser eternamente bella, a Uma Thurman se le condena su falta de integridad por haberlo pretendido. Fue una belleza, hoy es tan solo un bufón arrastrado cruelmente por el pedregal de las redes sociales. Yo estoy con ella».