Ayer reseñábamos el genial documental sobre la vida de Katheleen Hanna y el movimiento riot grrrl, «The Punk Singer», que es biblia audiovisual de cualquiera interesado por el activismo feminista y sus orígenes en la música. En el propio film podemos ver a la escritora Sara Marcus contando su versión de los hechos, que finalmente recogería en «Girls to the front: the true story of the riot grrrl revolution», lo que sería al feminismo y su escena underground un punk «Please Kill me», «Tenemos la bomba de neutrones» o el grunge «Everybody loves your town»: manuales imprescindibles para entender una época y una juventud que se convertiría en timón de varias generaciones.

Música y escritora de Brooklyn, doctorada por Yale, premiada con el Manfield de las artes escritas y editora del New Herring Press, Sara Marcus no cuenta esta historia por casualidad: es un relato de primera mano idolatrando (quizás demasiado) a quienes cambiaron un punto de vista tan sencillo como considerar a la mujer también digna del primer plano. Por el 94, vivía en una comuna y poco a poco llegaron a sus manos fanzines e información, fotografías y dibujos, de una nueva corriente  que no podías encontrar en los mass media y en la que las chicas eran las protagonistas.

El libro dedica su primera parte a la disección de las nuevas bandas que reivindicaban esta escena, como la precursora Bikini Kill, además de Heavens to Betsy, Bratmobile, Nikki McClure, Girl Germs, Jigsaw, etc y por supuesto el manifiesto Riot Grrrl. Al grito de Hanna, «girls to the front!!» cuando exigía que en los conciertos de Bikini Kill que las chicas ocuparan las primeras filas para no ser aplastadas por los pogos de hombres, surgió una verdadera revolución que además da título al libro de Marcus.

La descripción de una momento histórico irrepetible, el desacato a los medios de comunicación convencionales que distorsionaban su mensaje, el feminismo voraz y la explosión artística en una década tan desquiciada como los 90, son los principales pilares de la obra de Marcus. Pero también nos quedamos con un mal sabor de boca, el de una oportunidad perdida, la de saber que no hemos avanzado demasiado y las nuevas generaciones sólo han visto la palabra riot en las camisetas de Zara.

Una lectura más que recomendable como manual de la contracultura noventera y el activismo feminista de nuestra historia más reciente, sobre un grupo de mujeres impacientes por cambiar las normas y que definitivamente, se pusieron en primera fila.