Belén Gopegui (Madrid, 1963) puede que sea una de las mejores voces de toda su generación, novelista y guionista, autora de la maravillosa «La escala de los mapas» como ópera prima y otras grandes obras en los 90, y creadora de otra bildungsroman teenager de poso macarra de las que hacían falta en la literatura española, «Deseo de ser punk» (2000). Poco, muy poco, se habla de esta escritora que con más de una docena de obras a sus espaldas es referente de las artes nacionales y nuestra apuesta de hoy con esa novela.

De las vicisitudes de la adolescencia y el arduo camino de encontrar un destino sintiéndose siempre distinto, especial e incomprendido hemos visto ya mucho. Pero lo nuevo no importa en el arte, sino como se revisita, y Gopegui, dentro de su estilo personal, ha creado un fiel retrato del joven (en este caso, una chica, Martina) que encuentra en la música un salvavidas entre tanto vejestorio y su código de normas. Como una Salinger local, y con otra pizca de Nick Horby, Gopegui pone al volante de la historia como narradora a Martina, una adolescente aparentemente formal a la que, como suele suceder a esa edad, el mundo se le resquebraja por razones que solo ella entiende. De forma epistolar contará sus sentimientos y la válvula de escape que es la música, punk en particular, y la de Iggy Pop como divinidad total, en su huída definitiva hacia la madurez.

Belén Gopegui,además de escribir novelas como «Tocarnos la cara» (1995) , «La conquista del aire» (1998) y adaptar algunas de sus obras al cine, ha ganado numerosos premios y continúa una prolífica producción. El pasado 2014 publicó «El comité de la noche» (Premio Cálamo 2014), una historia en forma de thriller donde el poder de los de siempre y la fantasía de cuento se funden con su habitual estilo firme y quizá a veces demasiado moralista, pero efectivo y funcional, algo esencial para el entretenimiento que no mina en su calidad. Gopegui además, no esconde su ideología en contra de los poderosos y salpica de reivindicación sus escritos.

Nosotras elegimos hoy «Deseo de ser punk» por sentir durante un rato ese Lust for life, ese Search and Destroy, ese The Weirdness que nos escupía Iggy Pop a la cara a veces nos entra cuando por un momento, somos forever young.