Probablemente habrás pasado al lado de ella un millón de veces. Cuando vas en el autobús, si te asomas al Cash Converters a buscar tu bici robada, de camino al Lemon Pop o a la Escuela de Idiomas. Seguramente te preguntas cómo resiste allí ese edificio, en el centro de Murcia, rodeado de un tráfico cruel y una población que ignora lo que de verdad es más allá de un nombre al que le quieren quitar significado: la Cárcel Vieja. Como si por recalcar su antigüedad fuera menos cárcel, como si allí nunca hubiera pasado nada. Puede que en alguna ocasión hayas debatido sobre los espacios públicos en Murcia, el Cuartel, la misma Cárcel: lo que en otras ciudades reconvierten en locales culturales, soñando con el eterno Matadero murciano, aquí se olvidan poco a poco. Te indignas, pero mirando hacia delante, qué será de su futuro para uso y disfrute nuestro. Pero, ¿y si alguien se hubiera detenido a mirar más allá de la verja, y se hubiera preguntado sobre su pasado? «La Cárcel Vieja habla. Presos de la memoria» va a ofrecer algunas respuestas.

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Eso es exactamente lo que se preguntaron Blanca Pérez de Tudela y Jeanette Conesa cuando desarrollaban su trabajo fin de grado en Periodismo. Tan familiar les resultaba este edificio de camino a su día a día que les terminó llamando la atención. ¿Una cárcel en medio de la ciudad de la que nadie parece saber nada? Ahí había una historia, y las chicas decidieron contarla. «Lo que nos motivó para llevar a cabo el documental fue el silencio intrigante que existe en todo lo que rodea a la antigua prisión provincial. Desde nuestro punto de vista, los estragos del periodo franquista en la Región de Murcia siguen todavía patentes: el acceso a este edificio (testigo directo de la violencia aplicada por el bando franquista a los murcianos del bando republicano y demás desafectos al régimen) está completamente restringido por parte de Patrimonio Municipal (órgano encargado de la administración de esta institución), además de que los documentos que cuentan la historia de esta prisión son exiguos o inexistentes.  De este silencio y, sobre todo, de este intento de ocultar las evidencias surgen los principales motivos que incitan a la práctica de este trabajo. Queremos  dar a conocer a la Región de Murcia su historia contemporánea, la cual – en palabras del historiador Antonio Martínez Ovejero- ha sido manipulada por la historiografía oficial franquista.  Conocer la historia de esta institución resulta clave para entender  la memoria de un periodo gris en la Región de Murcia». Arrojar luz sobre las sombras es el oficio del periodista, y las compañeras sabían que ahí estaba la clave.

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Blanca Pérez de Tudela y Jeanette Conesa, las realizadoras del documental.

Pero realmente, ¿qué pasó en la Cárcel Vieja? Los testimonios que Conesa y Pérez de Tudela encontraron, con ardua investigación y mucha ayuda particular (agradecen sin fin el buen hacer del historiador Antonio Martínez Ovejero, esencial para que llegaran a algunas de las víctimas) confirmaban lo que se sabía: en una época en la que el 3% de la población estaba presa por razones políticas, las condiciones de subsistencia en un encierro eran tremendas. Si la cárcel estaba preparada en un principio para albergar a 300 personas, terminaron viviendo 3000. Cuando les preguntamos por las mujeres presas, nos informan que el número era irrisorio en comparación con el de los hombres, pero que también sufrieron esos estragos : «La Cárcel Vieja era una prisión mixta. Claramente, como en la mayoría de cárceles franquistas, el número de presos no era comparable con el de presas. Según los datos de Martínez Ovejero, en el Censo de 1940 la provincia de Murcia tenía una población de 719.701 habitantes. En esta provincia, 32.200 hombres y casi 1.000 mujeres, entre 16 y 79 años, fueron procesados, por el delito de “adhesión o auxilio a la rebelión” entre abril de 1939 y 1945. La prisión provincial  alojó a  más de la mitad de los presos políticos detenidos en el municipio de Murcia y aproximadamente al 10% de los supuestos desafectos al régimen franquista de la Región de Murcia: 23.057 detenidos ;  21.452 procesados; y 18.142 condenados, entre estos últimos, 18 mujeres que murieron fusiladas.» El horror no discriminaba.

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El proceso de investigación durante el desarrollo del documental no fue fácil. Testigos de casi cien años con problemas de memoria y muchas trabas por parte de la administración les aseguraban que el trabajo no iba a ser fácil, pero que realmente merecía la pena. «Ha sido muy difícil.  Hemos tenido que dedicar meses y meses para conseguir entrar en la prisión. Además, dos de los partidos políticos mayoritarios no quisieron colaborar, Ciudadanos nos  dejó tiradas en dos ocasiones.  El concejal del Partido Popular directamente ni contestó al teléfono. Respecto a la gente de a pie, artistas, historiadores, periodistas y demás profesionales solo podemos estar agradecidas. Nos han apoyado  con su tiempo, su consejo y  dinero. Esto último es algo muy bonito que nos llevamos.» En esa estrecha colaboración entre particulares los testimonios de los supervivientes se llevan la parte más conmovedora. «Elegir una sola historia nos resulta difícil. Todas eran emocionantes, cada testimonio individual nos acercaba más a la memoria colectiva.  Cada declaración, desde el arquitecto Felix Santiuste de Pablos que consiguió que no se derribara la cárcel cuando el Ministerio pensaba instalar allí la nueva delegación de hacienda, hasta los débiles recuerdos de Angelita Martínez –ex presa de la prisión provincial que actualmente sufre de Alzheimer- , ha sido imprescindible para completar el puzzle«. Las periodistas trabajaron con una idea muy clara de lo que querían mostrar, pero también un guión abierto, «vivo» desde la primera búsqueda, y que todavía hoy, terminado, parece removerse.

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Algunos de los participantes que ofrecieron su testimonio.

El documental se cerró como parte de ese trabajo fin de carrera que les valió la máxima nota, y aunque eran «estudiantes» realizando este documental su tesón y esfuerzo las coloca como verdaderas profesionales del periodismo. Con el proyecto ya terminado, sacan sus propias conclusiones de todo el proceso. «Han habido ciertos aspectos negativos, como cerciorarnos de que en la Región de Murcia todavía muchos (por no decir muchísimos) tienen miedo a hablar del franquismo. La gente habla de reabrir heridas cuando es evidente que todavía no han sido cerradas. Hemos llegado a leer que nuestro único objetivo era, citamos textualmente, “remover la mierda”; nos han llamado rojas (de mierda también) utilizando este apelativo, en pleno siglo XXI, como un insulto«. Sin embargo la satisfacción de una obra de tal calado sobrepasa todos los baches. «Nos atrevemos a decir que ha sido el proyecto más emocionante en el que nos hemos embarcado. Hemos aprendido, hemos conocido a gente maravillosa y hemos hecho periodismo.  Decimos que hemos hecho periodismo porque, entre otras muchas cosas, hemos molestado a mucha gente. Alucinamos cuando vimos el debate que se creó en redes sociales cuando medios regionales y nacionales anunciaron el documental«.

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Interior de la Cárcel Vieja, un documento único para la ciudad.

Pues que se preparen los detractores, aquellos que prefieren vivir en una madriguera negando lo evidente y callando a quienes un día no tuvieron voz: las cosas han cambiado. Y por qué no, el documental «La Cárcel Vieja Habla. Presos de la memoria» es un pequeño grano de arena para ello. Muy pronto tendremos la oportunidad de verlo: el domingo 23 de octubre en la Filmoteca Regional de Murcia, uno de los lugares de la ciudad que siempre está dispuesto a mostrar diferentes puntos de vista de nuestra sociedad. De hecho, está en marcha un crowfounding para colaborar en que este evento tenga la mayor repercusión posible. Respecto a las creadoras, Conesa y Pérez de Tudela, solo acaban de empezar con esto. «En enero, si no surge ningún imprevisto, iremos a México a formarnos y beber de la cultura cinematográfica latinoamericana. Estamos empezando a contactar con gente para grabar un documental sobre exiliados murcianos durante la dictadura franquista. ¡Esto es un no parar!». Las chicas han descubierto una verdadera pasión en contar historias que cambien las cosas, y su trabajo nos hace aventurarles un gran éxito. La determinación de una nueva generación que no olvida lo que sucedió antes que ellos es el verdadero triunfo de la justicia.

*Fotos facilitadas por Jeanette  Conesa y Blanca Pérez de Tudela y su página de Facebook.